Los medios de comunicación son los más llamados a ser positivos, en el sentido de hacer conocer alternativas ante tanta corrupción. Bueno, todos estamos vinculados al despotismo de dicho mal.

En la época de la indiferencia, donde el dinero manda en todos los niveles de la vida, donde por doquier se da el gusto de no obedecer a la razón guiada por probados valores culturales, cualquiera es artista, y la cultura es ya solo la que imprimen las corporativas transnacionales.

Hay muchos caminos para salir de este marasmo. Uno es darle valor a la palabra, demostrar que no cualquiera tiene la calidad necesaria para usar acepciones como libertad, honor y honestidad.

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Los corruptos pueden tener palacios, viajar por el mundo y tantos otros lujos que se han ganado con la apropiación de lo ajeno, pero nunca tendrán lo que nos diferencia de ellos. ¿Quiénes somos nosotros? La amplia oposición horizontal de la sociedad civil.

Peter F. Koelle Dahle
Guayaquil