Mientras tanto, la licitación petrolera se ha suspendido, los negociadores jefes del Tratado de Libre Comercio se disputan el liderazgo públicamente, la crisis educativa, la crisis carcelaria, la crisis en el sector salud, no reciben respuesta alguna.

En un país democrático, cuando se tienen acusaciones contra funcionarios del Gobierno, sean de la función Ejecutiva o de la función Legislativa, lo que corresponde es probarlas ante los organismos correspondientes, y a estos, actuar con transparencia.

Ante el caos imperante, es urgente que el Presidente de la República tome las riendas del país y asuma totalmente el mandato que le confirió la ciudadanía.

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A él le corresponde utilizar los cauces democráticos para rectificar, depurar, limpiar, conciliar y, por supuesto, gobernar.

El Presidente tiene la obligación de asumir el liderazgo, sin dejar vacíos que despierten apetencias ajenas a lo constitucionalmente establecido y atenten contra el interés nacional de mantener la institucionalidad.