Lodo o estiércol con ventilador, así se grafican expresiones que contienen acusaciones o denuncias, que a veces pueden ser hasta sustentables, pero que se las pronuncia más para escandalizar, de forma tal que más se confunden con formas de injurias.

Días atrás, el ex presidente Febres-Cordero habló del “círculo oscuro” del poder, ubicando ahí a personas muy cercanas al Gobierno. El último lunes, uno de los aludidos, Renán Borbúa, devolvió la tacha del “círculo oscuro” mencionando a dos personas muy cercanas al ingeniero Febres-Cordero como perseguidores de negocios y contratos, en las empresas y entidades que se amenaza fiscalizar. La versión recogida por EL UNIVERSO en la edición del martes 13 de abril fue “ellos sí manejan directamente contratos jugosos en las petroleras, Pacifictel, Andinatel y en todo donde hay mucho dinero”, habló de “personaje muy negro y oscuro con uñas muy largas”, pero concluyó su intervención diciendo que respeta a Febres-Cordero, invocando “respetémonos mutuamente porque si no, igual nos encontraremos en cualquier terreno”. Uno de los acusados, Miguel Orellana, respondió expresando que Borbúa fue su “guardián”, supongo para que el hombre fuerte de Gutiérrez en Guayaquil, se sienta ofendido. Ya antes había escuchado el cuento de que parte de la alta burguesía no admitía que Borbúa, no mucho tiempo atrás, hombre de seguridad –que no es lo mismo que guardián, a más que ningún cargo u oficio debe ser mencionado como despectivo– que antes se quedaba en la puerta de las recepciones, pase al interior de las residencias, por ser diputado y primo del Presidente.

¿Qué significa aquello de respetarse –que le pide Borbúa a Febres-Cordero– porque si no se encontrarán “en cualquier terreno”? ¿Será que lo retará a duelo? ¿Será que le propone canjear silencios? ¿Será que lo amenaza con guerra de ventiladores?
Y el Gobierno, ¿qué? Sus voceros han dicho que son expresiones personales de Borbúa, no lo desmiente, ni acoge las acusaciones, a pesar que son materias íntimamente vinculadas al ejercicio gubernamental, que de ser ciertas, no solo serían delincuentes los acusados, sino también los que actúan por el Estado. ¿Está chiflado el diputado?

No debo dejar de expresar mi rechazo al mal uso del calificativo “negro”. De nuestros negros ecuatorianos cuántas cosas deben aprender ciertos blancos y mestizos de conductas fraudulentas.

El Ecuador requiere más precisiones y menos frases. Es imperativo que las denuncias y acusaciones sean despojadas del lodo y el estiércol, desparramados con ventilador, con lo que se pretende confundir.

No debe ser que se pase del uso del ventilador al silencio total, porque esto último más parecerá pacto de mafias. Lo que se denuncie y acuse debe sustentarse. Es verdad que los delitos y fraudes no siempre aparecen en escrituras públicas u otras formas evidentes, pero debe haber pistas que puedan seguirse, ojalá para que se llegue a sanciones jurídicas, administrativas y penales, por lo menos debe existir el juzgamiento público contra conductas que aún pueden ser legales, porque en el Ecuador las leyes a veces se hacen a las medidas y conveniencias de los corruptos, pero nunca serán éticas.