El corto feriado de Semana Santa, también el de carnaval, nos dejan entrever, con bastante claridad, que la actividad turística es una llama que se va prendiendo por todos los rincones de nuestro agobiado Ecuador.

Los pueblitos pequeños, entre ellos también los que nunca tuvieron esperanzas de merecer alguna distinción, han empezado a limpiar sus caras, a hermosearse y tratan de encontrar la llavecita mágica que les catapulte a mejores días.

Comunas enteras se preocupan por su futuro y lo hacen porque están descontentos con su presente. Pienso que esta atmósfera que describo es positiva y debemos auspiciarla en sentido doble: los nativos de las comarcas tratando de sacar a flote lo que siempre fue su fortaleza y mostrarla al mundo debidamente mejorada; nosotros, los viajeros y curiosos, deteniéndonos en estos lugares para admirar lo que nunca vimos y para sorprendernos de la riqueza cultural que alberga nuestra singular orografía.

Para ilustrar lo dicho hasta aquí, me permito unos cuantos pincelazos de muestra, amigas y amigos lectores:

– Salinas destacó, en los últimos días, mediante la creación del lienzo más grande del mundo, iniciativa que llamó poderosamente la atención y atrajo a muchos artistas jóvenes para depositar en esas telas su inspiración, evento que contó con la presencia de Ruddy Rodríguez, belleza que patrocina el arte en sus diversas manifestaciones.

– Cadeate no se quedó atrás: sus panaderías trabajaron varias ideas innovadoras que conducían a llamar la atención de los turistas a fin de que cuando pasen por su calle principal recuerden que allí se hace un pan muy rico y que es cocido en hornos de leña, pan que luego se lo distribuye en diversas poblaciones de la Península.

– Cerecita se maquilla desde hace algunas semanas; pronto veremos su cara hermoseada y sus calles empezarán a ser admiradas por todos quienes hemos transitado, de prisa, por un pueblito de nombre agradable y de sabor a dolor y miseria. La industria de las humitas (zambates, chumales o choclotandas, nombres distintos de un mismo producto) ocupa a mucha gente que debe ahora cambiar el lugar de su comercialización por la presencia de la nueva vía que ya no ingresará, necesariamente, a la población.

– En sus recorridos, no se olviden de visitar sitios que nunca conocieron. Sean curiosos, amigas y amigos. Cuando vean un camino vecinal pregunten si ustedes no conocen a dónde les puede conducir. El Sábado Santo, con varios amigos y familiares, viajamos de Salinas hasta Palmar; desde allí tomamos la vía  que conduce a Colonche (6 km) para visitar el hermoso templo construido en su totalidad con  madera –especialmente con guayacanes– con una historia de más de 300 años; desde allí nos dirigimos a Febres Cordero (11 km) pasando Río Seco. Corpecuador ese día inauguró el puente Burro Muerto y construye dos puentes más que facilitarán el acceso a esas poblaciones. Después retornamos a Pueblo Nuevo y desde allí nos adentramos hasta Playa Rosada, un encanto de la naturaleza aún desconocido por el común de los mortales.

Si existe un despertar hacia el turismo interno es indispensable propiciarlo, apreciarlo y fomentarlo; ustedes y yo somos imprescindibles en este empeño.