Ocurre algo similar –aunque no con la misma frecuencia– en algunos consejos provinciales.

Segundo: Buena parte de esas autoridades locales pertenece a los mismos partidos políticos de los cuales muchos ciudadanos dicen desconfiar.

Por supuesto, cada partido se esforzará por demostrar que esos éxitos son mérito exclusivo de su tendencia, pero la verdad es que son muy variadas las tiendas políticas –en la derecha, el centro y la izquierda– que se han destacado en la gestión de los gobiernos locales.

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Cabe preguntarse, ¿por qué estos éxitos no se repiten en una escala más amplia?, ¿y por qué a los partidos políticos, en los últimos años, les está costando tanto promover líderes nacionales?

Sociólogos, antropólogos y estudiosos de la política deberán analizar con mayor profundidad el tema. Pero, independientemente de las conclusiones a las que lleguen, la experiencia de los gobiernos locales sin duda nos da motivos para ser optimistas. Demuestra que el país no está condenado a permanecer huérfano de dirigentes para siempre, y que no es cierto que no se pueda esperar nada de los partidos políticos.

Incluso allí es posible que se esté gestando una nueva generación de conductores, a los que solo les faltará romper con los antiguos vicios que en la política nacional tanto daño han hecho.

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