“Sobrevivir aquí es un milagro. La situación en Iraq es caótica,  tenemos muchos problemas y atentados. Peleamos una guerra que nadie entiende. Es una guerra al estilo de Vietnam, pero en una ciudad”, sostuvo ayer por teléfono desde Bagdad, el guayaquileño Jerry Planta de 26 años, quien combate en la ciudad de Al-Adamiyah.

“Es una guerra que nosotros mismos no entendemos, es una misión que ya concluyó. No hay armas de destrucción masiva, solo pequeñas. Las órdenes no son precisas, vivimos el día a día. Podemos morir hoy o mañana”, dijo.

Para el especialista del segundo batallón del primero de artillería, el “presidente de Estados Unidos (George W. Bush) está utilizando a los soldados para ganar las elecciones, es algo injusto. Nosotros repartimos bala a cada rato, la gente sigue perdida”.

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El efectivo calificó a los iraquíes como fanáticos religiosos que rezan desde las cinco de la mañana hasta que duermen, y celebran con disparos al aire de sus rifles kalashnikov. “Los iraquíes no están preparados para gobernarse, tienen problemas y necesitan de nuestra ayuda”, dijo.

El militar comentó que mucha  gente quiere al derrocado presidente Saddam Hussein, “la mitad de los habitantes nos quiere y la otra no”.

Cuando estaba a punto de terminar su estadía en Iraq, en mayo próximo, dijo que su unidad recibió la orden de prolongar su permanencia por otros 16 meses.

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“Todos acá están molestos. Las rotaciones deben ser cada año, esto no ocurrió ni en la Segunda Guerra Mundial ni en la de Vietnam. No hemos visto a nuestras familias en un año”, agregó.

Planta se dedica a la reparación de armas y al abastecimiento de equipos, pero considera la situación como “una pesadilla, las armas se dañan a cada rato”.

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Considera que el verano en Bagdad es un infierno, con temperaturas de 140° F  (unos 60 grados centígrados). “No quiero pasar otro verano en Bagdad, hace demasiado calor. Guayaquil es caliente, pero comparado con Iraq es más fresca. La vista del río Tigris es linda, mientras no caen las bombas”, asevera.

“El domingo pasado murieron ocho soldados de mi brigada. Las bajas iraquíes son muy grandes, la información de los periodista no es real, nunca se dan cifras reales, se da una cantidad pero no es el número exacto”, agrega.

“Es algo triste cuando un compañero se muere, no me gustaría que nadie de mi familia se entere. Mi último amigo que falleció tenía un hijo de 6 meses”.

Juana Blanco recuerda que su sobrino, que vivía en el sector de Cristo del Consuelo, se fue a vivir desde los 9 años a Estados Unidos. Tiene catorce hermanos, le gusta jugar ajedrez. “Es alegre, tranquilo y le gusta bailar”, dijo.

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Antes de su traslado a Iraq, Planta vivía en Alemania, en la Base de la Primera División en Gipssen, tiene una hija americana y otra alemana.

El último contacto telefónico con su familia en Ecuador fue el pasado 7 de marzo, con motivo de su cumpleaños. “Jerry nos indicó que estaba alegre porque en mayo  terminaba su estadía en Iraq y regresaba a visitar el Ecuador”, afirma su tía.

También nos dijo que “sus compañeros mueren en pedazos, y que es horrible la guerra”. “Era grueso, ahora debe estar delgado. Si lo dejan más tiempo allá lo pueden matar, por qué no lo dejan volver con su familia. La guerra debe terminar”, agregó Blanco.