Mucha polémica ha producido el pedido de la Fuerza Aérea, por la vía legal,  de tomar posesión absoluta de  Baltra. Cuando por primera vez supe del caso, se me ocurría el pedido  como un absurdo jurídico, porque cualquier razón legal que se esgrimiera no podría ir en contra de la ley que regula el manejo del Parque Nacional, ya que es una ley orgánica.  Únicamente sería válido si este tuviera sustento constitucional, lo cual a todas luces no era el caso.

Pero al  escuchar la tesis empleada  por  personeros de la FAE, si esta fuere correcta, –lo cual no he comprobado, que la Ley Orgánica en cuestión no ampara a Baltra porque la isla no es considerada parte de la reserva–.   Entonces el cuadro cambia totalmente.   En este caso el sustento legal parecería obvio. Si bien, trascendiendo el plano legal, la solicitud de posesión a mi juicio resulta inconveniente desde el punto de vista ecológico y político, no es mi intención  discutir  ni la legalidad ni la conveniencia del asunto. Lo que creo que es importante rescatar y destacar es la actitud asumida por la FAE, evidenciada en los actos y declaraciones del general Ángel Córdova, su comandante. Pocas veces hemos visto a las FF.AA. renunciando a sus planes en aras de mantener la armonía con otras instituciones del estado e incluso con la población o con instituciones privadas.  Por lo general, hemos estado acostumbrados a ver a la institución tratando de imponer su voluntad a toda costa, incluso hasta creando fricciones con otras entidades o con los civiles. Como uno de los tantísimos ejemplos recordemos el caso de la camaronera de la institución en la Península, cuya inversión la realizaron contra viento y marea. Para justificarla, dentro de un área declarada como de interés turístico, ofrecieron realizar inversiones adicionales a las piscinas de camarón, orientadas a atraer jubilados canadienses.  La inversión fracasó, los canadienses jamás vinieron.

La posición del general Córdova demuestra un claro giro,  demuestra apertura al diálogo, renuncia a la imposición de la fuerza y búsqueda de relaciones armónicas con la población civil y con el sector público y privado.  Creo que es muy importante felicitar esta dirección.  Pese a que podrían tener la razón legal, han preferido subordinar los intereses de la institución ante otros más altos. Si esta tendencia impuesta por Córdova se mantuviera y  contagiara dentro de la institución,  podría darse  la realización de un sueño de muchos desde hace décadas:  ver un desarrollo turístico en una parte de las tierras que hoy ocupan las Fuerzas Armadas en la puntilla de Salinas, en conjunto con el Consejo Provincial,  el Municipio de Salinas y la empresa privada. Ahora, que no se vaya a adjudicar Baltra a las FF.AA. no significa que otros grupos o sectores ahora puedan hacer planes con la isla que estén divorciados de los planes de manejo de la reserva marina y terrestre del Parque Nacional Galápagos.  Baltra es Galápagos y debe ser manejada como tal.