Hace 50 años, Luz Ortega, madre de nueve hijos, inició un negocio familiar que ahora es una cadena de restaurantes de comida típica, con 87 empleados a tiempo completo y 20 más para fines de semana y feriados.

Andrés Vizuete, gerente de los Motes de la Magdalena, en Quito, relató que Ortega empezó a vender el plato porque necesitaba mantener a su familia. Primero  recorrió calles y no le fue muy bien, luego se instaló en el patio de su casa, frente al parque del barrio de la Magdalena (al sur de Quito).

A medida que las ventas aumentaron, Ortega adecuó su casa con ocho mesas y la llamó Picantería Lucita; sin embargo, sus clientes identificaban el negocio como los motes de la Magdalena.  En el 2002 y 2003 se abrieron cuatro nuevos locales, todos rentados; uno de ellos en un centro comercial.

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Según Vizuete, la expansión del negocio encontró un obstáculo en la falta de crédito de los bancos; los activos de la familia no eran suficientes para la hipoteca. Con el crecimiento de la empresa, se constituyó la compañía Comidas Típicas la Magdalena; además se capacitó al personal en varias áreas.

Cada local recibe en promedio siete mil clientes al mes, quienes consumen, sobre todo, el plato típico del que tomó el nombre la cadena: los motes con fritada, maduro y papa. El restaurante ofrece 18 variedades de platos típicos de la Sierra con precios que van desde 1,40 a 3 dólares.