El sábado 4 de abril los moradores de un edificio en Salinas tuvimos que soportar el estruendo de los parlantes, que utilizaron los organizadores de un bingo, para promover fondos para la sede de un club social y deportivo.

Ese acto, cuyo fin no criticamos, se desarrolló en una cancha ubicada a algunas cuadras atrás de un hotel, afectando –desde antes de las 21h00 y hasta después de las 04h00 del domingo–  a varias cuadras a la redonda, a todos  quienes buscamos descanso a una hora razonable, incluyendo a los huéspedes de tres principales hoteles que están por el sector. 

A lo anterior, sumamos el ruido de los equipos de música que llevan  a todo volumen los vehículos que circulan a cualquier hora promocionando circos, licores, productos de diversas marcas;  y la bulla de las discotecas que están en zonas residenciales.

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Es necesario que estos actos sean regulados para que no afecten a nadie. Si Salinas se vuelve un sitio indeseable para vivir, su población y su Municipio serán los primeros perjudicados.

Agustín León G.
Guayaquil

Siempre me he preguntado por qué alguna autoridad, como la Comisión de Tránsito del Guayas (CTG), por ejemplo, no hace alguna campaña contra el ruido. ¿Por qué se permite que los buses de servicio urbano usen pitos, cornetas tan potentes de cuyo uso abusan a cada instante, los choferes de esas unidades?

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¿Por qué no se obliga a que todos los vehículos, sean buses, carros particulares usen un mismo pito de sonido aceptable? ¿O es que se permite el nivel del ruido de acuerdo al tamaño del automotor? El ruido es un problema de salud ambiental, en el que creo debería intervenir también la Municipalidad.

Luis Cabrera Moreano
Guayaquil

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Por favor, que alguien aplique la ley y regule el ruido en nuestra Guayaquil, la cual cada día se pone bella, pero más bulliciosa, y eso afecta los nervios de sus ciudadanos.

Pongo un caso, en Urdesa Central hay ciertos locales de venta de comida y licor (como en la calle Guayacanes) que alargan sus horarios de atención hasta las 06h00, 07h00 (hasta los domingos) y mantienen despiertos a los moradores por la música de los equipos de sonido que ponen a gran volumen, los gritos y las broncas que tienen en las veredas la gente que va a esos sitios.

Juan Saltos
Guayaquil