Primera estación: Nace de una madre desnutrida, en cualquier lugar y sin ayuda alguna.

Segunda estación: Hace cola desde las madrugadas ante los hospitales para conseguir atención para su gastroenteritis, bronquitis o sarampión.

Tercera estación: Espera que sus padres decidan a cuál de los hijos enviarán a la escuela, puesto que no pueden pagar la matrícula de todos.

Cuarta estación:  Vende periódicos o caramelos, limpia carros, hace malabarismo o canta en los autobuses cuando debe estar jugando o estudiando.

Quinta estación: Se expone a los problemas de la calle: drogas, alcohol, pandillas, prostitución, en plena adolescencia.

Sexta estación: Cae en una redada policial en su barrio, no tiene culpa pero tampoco tiene dinero para gestionar su libertad.

Séptima estación: Forma una familia. Participa en una invasión para levantar su casa sobre el estero.

Octava estación:  Entierra a uno de sus hijos que fue a dar al agua cuando cruzaba el puente de caña para llegar a su casa.

Novena estación: Espera cada día en 10 de Agosto y Pío Montúfar, que alguien lo contrate para hacer algún trabajo, de albañil, de carpintero, de gasfitero, de cargador.

Décima estación: Comprende que el hambre es hereditaria y teme por sus hijos.

Undécima estación: Padece el desalojo, pierde lo poco o nada que tenía en su casa y busca otro terreno que invadir.

Duodécima estación: Experimenta el rechazo en todos los sitios en los que busca trabajo, ya no es joven y su cuerpo no resiste los trabajos rústicos. Ya no puede tampoco pensar en emigrar.

Decimotercera estación: Siente la soledad y el desamparo de una vejez que no tiene seguridad social, ni ayuda alguna.

Decimocuarta estación: Muere, mientras sus hijos se preguntan cómo harán para pagar su entierro.

¿Habrá resurrección para Juan Pueblo, el de ayer, el de hoy, el de siempre? ¿Habrá posibilidad de una vida distinta? Sin duda, la habrá y también aquí en la tierra, el día que todos los que nos definimos como cristianos conozcamos y vivamos el Evangelio en nuestra vida privada y en nuestras funciones públicas

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