Hace pocos días he tenido el profundo disgusto de hojear el primer tomo de la Obra poética completa de Jorge Carrera Andrade en edición bilingüe español/inglés, editado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE), en edición conjunta con la Presidencia de la República y el Ministerio de Relaciones Exteriores.

En un fastuoso acto público, personeros de estas tres instituciones se congratularon por la iniciativa de dar a luz, en el centenario del nacimiento de quien fuera, talvez, el más grande poeta ecuatoriano, un texto vistoso, de lujo, en tres tomos.

A primera vista, parecería que la calidad de la impresión finalmente correspondía a la luminosidad de los versos contenidos entre las tapas de los libros; adicionalmente, la obra del ecuatoriano era vertida a la lengua más difundida en el mundo y por lo tanto ponía esta estupenda poesía al alcance, literalmente, de miles de afortunados lectores que previamente tenían cerrado el acceso a esta obra.

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El acto en sí parecía justificar toda su pompa, derivada esta a su vez de su cercanía al ambiente protocolario que le infundía el canciller de la República, enancado sobre la inauguración de una obra gubernamental más. Tal vez mucho de esto era inevitable, el propio vate durante su vida cumplió a rigor con el ceremonial indispensable de las funciones públicas, pero lo que seguía difícilmente podría calificarse con otra palabra que criminal.

Algunos ejemplos de lo que me refiero antes de proceder

Del poema Mademoiselle
Satán:
El original:
Mademoiselle Satán rara orquídea del vicio/¿Por qué me hiciste di, de tu cuerpo regalo?
La señal de tus dientes llevo como un silicio(sic)/Y en mi carne posesa del enemigo malo

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El inglés (traducido literalmente)
Mademoiselle Satán rara orquídea del vicio/Dime, ¿por qué hiciste de tu cuerpo un regalo?/Las marcas de tus dientes acarreo como silicón/En mi carne poseída por los espíritus del enemigo malo.

Del poema Parroquia
El original:
¡Oh luna hortelana, luna oliente a flores/Para el asno triste y hasta el loto malo!

Redoma que baña con su agua de luz/Sobre la ventana las chanclas del párroco

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El inglés:
Oh luna de cosecha, luna oliente a flores/Para el asno triste y hasta el lobo malo!

Frasco que baña los viejos zapatos de la parroquia/A través de la ventana con su agua de luz

Del poema Tránsito, doncella india:
El original:
Casas le salen al paso/A darle los buenos días.

Tejados color canela/Luces del alba destilan.

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El inglés:
La gente sale de las casas/A desearle buenos días.

Las luces del alba destilan/Sobre las mercancías tejidas/El color de la canela.

Del poema Primavera y compañía
El original:
Hará la primavera, después de algunos meses,/Un pedido de tarros de frutas en conserva,

Uvas-glándulas de cristal dulce-/Y hojas doradas para empacar la tristeza.

El inglés:
La primavera hará, después de algunos meses,/Una orden de potes de conserva de fruta,

Uvas-glándulas de cristal dulce-/Y hojas doradas en las que empacar sardinas.

Me voy a detener aquí para hacer unas breves reflexiones, debido a restricciones de espacio, sobre este suceso. En primer lugar, lo que he transcrito aquí, apurado en llegar a mis observaciones, no es excepcional, los libros están anegados de este tipo de errores, no son estos errores tipográficos, o dificultades de traducción que pueden subsumirse bajo el manto permisivo de licencia poética, se trata aquí de un deliberado desconocimiento de la realidad del Ecuador y de su literatura. Me permito repetir esto: un desconocimiento voluntario, puesto que no puedo concebir que los personeros de la CCE, que los editores de la CCE, que el director de la CCE, ignoren que el aguardiente y el brandy no son la misma sustancia (ver Fiesta de San Pedro y Caracol) o que el lagarto al que alude Jorge Carrera Andrade en su Promesa del Río Guayas, editado en 1928, pueda confundirse, como lo hace el traductor, con una lagartija.

Los ejemplos son innumerables y me voy a permitir hablar con extensión de aquello en otra parte, lo que quiero consignar aquí, empero, es la monstruosa inhumación a la que se ha expuesto el legado del poeta. Simplemente, apesta. Esto es una injuria a la herencia cultural ecuatoriana, un crimen abominable. Al insulto se añade la burla cuando el editor Edwin Madrid dice en su presentación del libro (III): “El Ecuador no es un país muy grato con sus poetas”, o cuando el director de la CCE con esta publicación “quiere rendir un homenaje de cariño y gratitud” a Carrera Andrade.

A mi juicio, la mayor reserva cultural del país ha sido violada y aunque me siento incómodo con el lenguaje eclesial y no quisiera de ninguna manera reservar el derecho de meterse con Jorge Carrera Andrade a unos pocos elegidos; al contrario, propongo nos involucremos todos; sí, siento indignación más que con el traductor con la institución rectora de la cultura ecuatoriana que ha tratado con tanta saña e indiferencia a uno de sus máximos residentes.

Si Jorge Carrera Andrade fuera petróleo, o un pedazo de tierra, con seguridad cientos de voces se habrían levantado en su defensa, porque su defensa es la defensa de todos nosotros, de lo que somos y aspiramos ser; lamentablemente, solo estamos hablando de un libro, una edición lujosa, unos cuantos miles de dólares derrochados para adornar las hojas de vida de nuestros representantes.

Me rebelo ante ese destino, que este medio sirva para recoger la indignación de una voz que habla por muchas al denunciar el derroche y el fasto del poder y los abusos y atropellos que comete a diario. Exigimos una rendición de cuentas sobre el irresponsable y tendencioso manejo de nuestras reservas culturales y espirituales, en nombre de Jorge Carrera Andrade, en nombre de la poesía.

*Álvaro Alemán Salvador es doctor en Literatura por la Universidad de Florida (Estados Unidos) y profesor de literatura en las universidades Católica de Quito y San Francisco de Quito. LEA MAÑANA:
Opiniones de escritores sobre la traducción de la obra de Jorge Carrera Andrade.