En una nueva táctica, insurgentes secuestraron a tres civiles japoneses, ocho surcoreanos y dos árabes.

La coalición encabezada por Estados Unidos reconoció ayer que perdió el control de tres ciudades iraquíes a manos de los milicianos chiitas, mientras tropas estadounidenses, búlgaras y polacas libraban intensos combates, calle a calle en las ciudades sunita de Faluja y la chiita de Kerbala.

 En víspera del primer aniversario de la caída de Saddam Hussein, la situación parecía fuera de control, con rebeldes sunitas por un lado y chiitas radicales por otro que continuaban ayer sus combates contra la coalición en Iraq, en pugnas que dejan un saldo de al menos 459 iraquíes y 36 estadounidenses muertos.

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El general Ricardo Sánchez, comandante de las fuerzas estadounidenses en Iraq, dijo ayer que las milicias del líder radical chiita Moqtada Al Sadr han tomado el control total de la ciudad de Kut, evacuada por tropas ucranianas y de Kufa.

Los insurrectos también dominan gran parte de Nayaf, donde se refugia Al Sadr, pero Sánchez aseguró que las fuerzas de la ocupación conseguirán retomar el control.

El jefe militar afirmó que no cree que la lucha concluya en un futuro inmediato “hasta que Moqtada Al Sadr se rinda o su milicia sea destruida”.

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Una intensa lucha se libraba ayer además en los suburbios de Bagdad y en las ciudades de Faluja y Kerbala, esta última defendida por tropas polacas y búlgaras reforzadas con militares norteamericanos.

Se unen facciones
Además el general Sánchez destacó que los ataques muestran un nivel de planificación “que no hemos visto en otras partes”, y que en ciertos combates se han unido los sunitas, (facción musulmana a la que pertenece Saddam Hussein) y la mayoría chiita (relegada por décadas durante el gobierno del ex dictador).

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Esto es una novedad, pues la coexistencia de ambos grupos musulmanes ha sido muy golpeada en los últimos meses, tras los atentados de radicales sunitas contra la comunidad chiita de Bagdad y Kerbala, que causaron más de 170 muertos el pasado 2 de marzo, durante la Achura, el día más sagrado de esta comunidad.

La unión es más evidente en Faluja, la ciudad rebelde, símbolo de la resistencia a la ocupación, sitiada por el ejército  estadounidense a la que arriban miles de iraquíes para ayudar a su defensa, con gritos de “¡Alá es grande!”, mientras que los altavoces  difunden cánticos patriotas que llaman a la Jihad (guerra santa) contra el  ocupante”.

“Es el día de la unidad de los sunitas, el día de la unidad de todas las  confesiones frente al ocupante”, dijo el jeque Ahmad Abdel Ghafour al Samarai, del Comité de Ulemas Sunitas (máximas autoridades religiosas).

La ofensiva de EE.UU. “ha tocado la fibra nacionalista y han hecho comprender a los iraquíes que solo hay un enemigo”, explica el jeque Hareth Al Dari, jefe del Comité.

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Los insurrectos adoptaron además la táctica de secuestrar a la población civil.

Tres japoneses y dos árabes de Jerusalén fueron capturados ayer para exigir que Tokio retire sus fuerzas de Iraq en tres días, y ocho misioneros surcoreanos fueron tomados como rehenes, pero uno de ellos escapó y los otros siete fueron liberados.

La crisis alcanzó además al Consejo de Gobierno Iraquí donde el ministro de Interior, Nuri Badran, de confesión chiita, encargado de la seguridad,  renunció ayer señalando que lo hizo por presiones del administrador norteamericano de Iraq, Paul Bremer.