¿Qué le pasará en los ojos al Lucio? ¿Si le notaron en la tele, durante el último discurso que dio, que tenía las vistas, así, medio cerradas, medio hinchadas, y que parpadeaba no sé cómo? Solo cuando se pone las gafas negras no se le nota, pero apenas se las saca necesita secarse las lágrimas con el pañuelo, como si le hubiera abandonado la Ximenita. ¡Qué preocupación!

¿Conjuntivitis crónica tendrá?  ¿Desprendimiento de la niña tendrá?

Es que si para cualquiera los males de la vista son siempre graves, para el Presidente son peores porque le impiden ver la realidad circundante. ¡Qué bello que hablamos los oftalmólogos! ¡Y qué atinados que somos en el diagnóstico!

Complicado está el mal a las vistas que padece el Lucio, para qué también. Como no ve nada de lo que pasa a su alrededor, echa la culpa de todos los problemas del país a los demás y comienza a arremeter con palo de ciego contra los civiles que no visten uniforme, contra los partidos que no tuvieron afiches que llegaron de México, contra la prensa resentida porque no tiene propaganda oficial, ¡pum, pum, pum! ¡Haránse el quite!

Y entonces, como no ve, dice que hay unas sombras oscuras que se han organizado para ponerle el pie y hacerle caer y otra vez saca el palo y ¡pum, pum, pum!, comienza a dar palazos contra las sombras oscuras, el pobrecito, que no ve que las sombras oscuras son las de sus propios aliados, que le acosan y le hacen daño y todo el tiempo le ponen el pie para que se tropiece hasta que ¡Dios no quiera!, se caiga.

Como el Presidente cada vez está más disminuido de la visión, no puede estar en un ambiente cerrado y por eso busca todo el tiempo salir del Palacio e irse de recorrido por los pueblos, al aire libre, donde hay más luz. Y más aplausos.

Porque eso sí, de oír sí oye perfecto y le encanta oír las manifestaciones que le organiza el Villa y los aplausos que también le organiza el Villa. Esas dizque son las encuestas de carne y hueso que, aunque no ve, sí puede tocar: esto es carne, esto es hueso, dice al tacto mientras toca las encuestas. ¡Y qué feliz que se pone!

Tan feliz, que enseguida da discursos porque, aunque no ve nada, sí habla. Mal, pero habla.

Chuta, qué angustia. Ojalá la próxima vez que se vaya a Bogotá para hacerse probar el frac que le están haciendo para el matrimonio del príncipe Felipe, pase por la clínica Barraquer a que le tomen la medida para unas nuevas córneas, porque ahí dizque hacen unas preciosas, también a la medida. Negras mismo está de que se haga poner, a que le hagan juego con el frac. Y entonces sí regrese viendo clarito, porque si sigue así de ciego va a continuar persiguiendo a palazos a las sombras y en una de esas se tropieza. Y se cae.