La consejera de seguridad nacional de la Casa Blanca Condoleezza Rice defendió este jueves la política antiterrorista de la administración Bush tras los atentados del 11 de setiembre de 2001, afirmando que ninguna "bala de plata" o recurso mágico podía evitarlos.
En un testimonio público bajo juramento ante la comisión encargada de investigar estos atentados, Rice dijo que el presidente estadounidense George W. Bush comprendió la amenaza que implicaba Al-Qaida apenas asumió el cargo en 2001 y añadió que Irak no era en ese momento una prioridad en la agenda de su política exterior.
La consejera y amiga personal de Bush señaló también que los gobiernos precedentes desde comienzos de la década del ochenta no tomaron suficientemente en serio las amenazas terroristas hasta que se produjeron los devastadores ataques en los que murieron unas 3.000 personas.
"Por más de 20 años, la amenaza terrorista fue creciendo y la respuesta de Estados Unidos a través de varias administraciones de ambos partidos fue insuficiente", señaló.
"Los terroristas estaban en guerra contra nosotros pero nosotros no estábamos en guerra contra ellos", afirmó.
Rice, que se resistió durante semanas a prestar testimonio público ante la comisión, insistió en que la administración Bush tomó en serio la amenaza de Al Qaeda.
"El presidente Bush entendió la amenaza y comprendió su importancia. Nos dejó en claro que no quería responder a cada ataque de Al Qaida" solamente.
Insistió además en que Al Qaeda fue la primera directiva de seguridad que Bush tomó a su llegada el poder. "Fue realmente la primera decisión de seguridad nacional de la administración Bush, no Rusia, no la defensa antimisiles, no Iraq, sino la eliminación de Al Qaeda", agregó.
Pero enfatizó que Estados Unidos no tenía la información de inteligencia necesaria para prevenir los ataques.
"El informe de la amenaza que recibimos en la primavera y el verano (boreales) de 2001 no fue específico acerca del tiempo, del lugar o de la modalidad del ataque", agregó.
"No había ninguna bala de plata (en referencia a las usadas por el legendario héroe del comic "El Llanero solitario", ndlr) que hubiera podido prevenir los ataques del 11 de setiembre", sentenció.
La declaración de Rice contradijo el testimonio brindado días atrás por el ex zar del contraterrorismo Richard Clarke, quien señaló ante la comisión que Bush no consideró a la red Al Qaeda una amenaza urgente hasta que se produjeron ataques.
Clarke también acusó a Bush de desviar la atención hacia Iraq y los recursos que se necesitaban en Afagnistán para capturar al líder de Al Qaeda, Usama ben Laden.
Pero Rice dijo que ninguno de los consejeros de Bush sugirió un ataque a Iraq tras los atentados del 11 de setiembre.
"Cuando él preguntó a sus consejeros qué se debería hacer, ninguno de sus principales asesores le recomendó hacer nada contra Irak. Sólo se trataba de Afganistán", declaró Rice a la comisión.
Rice dijo que la administración había decidido que la derrota de Al Qaeda precisaba un cambio más amplio de política en el Sur de Asia, donde estaba instalada la red de Usama ben Laden y donde obtenía respaldo.
"La política de Estados Unidos frente a Al Qaeda no estaba funcionando porque la política para Afganistán no estaba funcionando", dijo Rice.
"Y nuestra política para Afganistán no estaba funcionando porque la política para Pakistán no estaba funcionando. Nos dimos cuenta que la política antiterrorismo de Estados Unidos tenía que estar conectada con nuestras estrategias regionales y con el resto de nuestra política exterior".
Rice había rechazado durante semanas dar este testimonio, aunque se había reunido en privado con los miembros de la comisión a puerta cerrada.
Una ola de críticas contra la Casa Blanca por su negativa a testificar, combinada con el daño político provocado por las declaraciones de Clarke, obligaron a la administración Bush a cambiar su decisión y enviar a Rice a defender al presidente, que aspira a su reelección el 2 de noviembre.
Rice dijo que la administración Bush ha continuado con las operaciones secretas iniciadas en la gestión del presidente Bill Clinton, destinadas a derrotar a Al Qaeda.
"Queríamos asegurarnos de que no había descanso en la lucha contra Al Qaeda. En un nivel operacional, decidimos de inmediato continuar con las acciones iniciadas por las autoridades en la administración Clinton", añadió.