La tensión se extendió a otras cárceles del país. En Quito y Cuenca se retuvo a visitas y periodistas.

El cónsul de Alemania, Burchard Von Campe, dos policías y un guía fueron tomados como rehenes ayer, en la cárcel de mujeres, donde las 325 reclusas se amotinaron en exigencia de la restitución de la ley del 2x1 (rebaja de penas).

“Una presa desesperada por salir es capaz de todo”, gritaban las internas que tomaron el control de la cárcel hasta aproximadamente las 14h30 cuando liberaron al cónsul, los dos policías y el guía.

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Los incidentes empezaron cerca de las 10h00 cuando un grupo de presas se apoderó de la puerta principal. “Aquí nadie entra ni sale, carajo”, gritaban al tiempo que golpeaban la puerta con piedras y palos. Luego, las reclusas retuvieron a dos policías y un guía, los ataron de pies y manos contra unas palmeras y un cilindro de gas. “Lo vamos a explotar”, decían y dejaban escapar ráfagas del carburante, cuyo envase estaba cerca de una fogata, mientras alrededor corrían los hijos de las internas.

“Me da miedo estar aquí, yo quiero que mi mamá salga”, dijo R.Ll., de 8 años.
A esa misma hora llegó el cónsul de Alemania, cargado de fundas con alimentos, para sus compatriotas Diana Atsuvi y Nelly Husse.

El cónsul fue retenido en la garita de ingreso y luego lo trasladaron a una tienda contigua a la capilla del penal. Cansado y sudado, Von Campe dijo que esperaba resignado por su libertad.

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Los ánimos se enardecieron cuando un grupo de policías intentó ingresar a la cárcel para rescatar al cónsul. “No sale mientras no llegue un representante de los Derechos Humanos Internacionales”, vociferaba Marisol Ruales, presidenta del Comité de Internas.

Durante la revuelta fueron retenidos los equipos periodísticos de varios medios de comunicación, como ocurrió en las cárceles de Quito y Cuenca, pero en la tarde fueron liberados.

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Mientras se registraba la revuelta en la cárcel de mujeres, los reclusos de la de varones empezaron disturbios. Los presos se tomaron las terrazas de los pabellones. Con disparos al aire los policías y guías obligaron a los reos a regresar a sus celdas.

Cerca de las 13h00 llegó a la cárcel de mujeres el gobernador Felipe Mantilla, quien se trasladó desde su despacho y manteuvo una reunión con las reclusas.

Allí, Mantilla se comprometió a mediar con las autoridades para mejorar la situación de las cárceles, tras lo cual fueron liberados los rehenes.