El cine para los jóvenes guayaquileños representa más que un espacio para ver películas. Es un lugar para olvidarse de sus obligaciones diarias, en el que buscan diversión, conocer a otras personas y compartir con su grupo  de amigos.

Jueves por la tarde, señal de que el fin de semana se acerca y los jóvenes buscan qué hacer y a dónde ir.  Ideas propuestas, ideas descartadas. Finalmente el lugar elegido para encontrarse es . . . el cine. 

Un ir y venir de cuerpos se observa en la entrada:  algunos caminando presurosos hacia la boletería, otros hablando por celular, unos cuantos abrazados a su pareja, pocos conversan sobre qué película elegirán y con el pasar de las horas se ven grandes grupos de personas –en su mayoría jóvenes colegiales y universitarios–.

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Ese ambiente se vive fuera de las salas de cine de varios centros comerciales de la ciudad como San Marino, Mall del Sol y Riocentro.

Pero, ¿qué piensan del cine los jóvenes guayaquileños? Un grupo de treinta chicos, de entre 12 y 25 años, quienes frecuentan los salas de proyección, comparten sus experiencias y su forma de ver estos sitios como lugares de  entretenimiento y encuentros, más allá de una película.

“Es chévere salir en grupo porque así se la pasa mejor. Además, conocemos a otras personas y nos distraemos en un lugar de moda”, comenta Carla Lindao. Ella gusta de las funciones de las 16h00 porque es un horario cómodo y asisten menos personas.

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Carmen, de 16 años, y Carla Lindao, de 15  –quienes aún no deciden qué película verán– se detienen frente a las carteleras a conversar sobre lo que han hecho en la semana, mientras esperan que lleguen sus demás amigas. 

Miguel Marín, de 16 años, expresa entre risas que le gusta ir al cine dos veces al mes con sus amigos, ya que ahí pueden hacer dos cosas al mismo tiempo: observar un buen filme y encontrar pareja o algún vacile.

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Daniela Ochoa, de 22 años, comenta que regularmente va al cine acompañada de su enamorado, pero que el jueves pasado decidió salir para celebrar el cumpleaños de su amiga Lissethe. Querían ver La Pasión de Cristo, pero estaban buscando otra opción porque las entradas para esta cinta estaban agotadas en todas las funciones.

Daniela recuerda que los cines siempre han tenido buena acogida por parte de la gente. “Antes solo funcionaban los Albocines en Guayaquil y la gente iba, lo bueno de ahora es que hay más alternativas y lo importante es la cinta y no el lugar”, dice con seguridad.

Cristina Suárez, de 17 años y estudiante del colegio Las Mercedarias, piensa que asistir al cine es una actividad rutinaria que todo el mundo hace.  Dice que fue por salir un rato con sus amigas. “Jugar bolos, practicar algún deporte, eso es hacer algo diferente, pero el cine no tiene nada novedoso”.

Hay chicos que también gustan de ir a las salas de proyección con sus padres porque creen que es un lugar para todas las generaciones.   Priscila Villao y su hermana Carla van  tres veces a la semana. “Es divertido venir con amigos, pero algunas veces venimos con mis padres, igual la pasamos bien, eso depende de la película y el estado de ánimo que tengamos ese día”, dice Priscila, de 15 años.

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En cambio, Verónica Dage, de 16 años, prefiere salir con su grupos de amigos antes que con sus padres.  “Eso era en otras épocas, ahora hay más libertad y  es  chévere porque cada uno se divierte a su manera”. Ella  prefiere ver  cintas de terror, acción y comedias románticas.