Una de las críticas a la Dra. Wilma Salgado, ex gerenta de la AGD (Agencia de Garantía de Depósitos) es en lo referente a por qué cobró tan poco en efectivo, y por qué toda la gestión de recuperación está reestructurada y cobrado en certificados.
El escenario de no poder cobrar más en efectivo, es debido a que gran parte de las empresas en gestión de cobro, tenían calificación incobrable y obviamente, ¿cómo van a pagar en efectivo si sus préstamos fueron hechos para activos fijos, capital de trabajo y no para depositarlos en los bancos? Entonces, lo único que cabía al tratar de recuperar esos préstamos era a través de reestructurar deudas o aceptar papeles y garantizar las reestructuraciones.
Una empresa puede ser solvente pero no líquida. La ex gerenta de la AGD no supo explicar esta sencilla operación financiera. Se prefirió enredar con números y galimatías jurídicas que finalmente llevaron a que toda una población la apoye, pero también se pregunte, “pero, ¿por qué tan poco cobró en efectivo?”.
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Ec. Óscar Brito
Guayaquil
Las personas explotadas por el Banco del Progreso hemos visto y palpado cómo la corrupción ha dominado con interés del lucro masivo en la gerencia de la AGD.
Hemos tenido continuos enfrentamientos con gerentes, incluso pedimos que se los fiscalicen, pues ciertas administraciones hicieron desaparecer los archivos de los bienes que posee la AGD.
Actualmente existen deudores grandes, encubiertos y protegidos por políticos que les han permitido comodidades para realizar sus pagos, y a la vez ciertos de esos corruptos tienen la osadía de estar trabajando con suculentos sueldos. ¡Qué descaro y sinvergüencería de esos solapados! Pero resulta que llegó una dama (la Dra. Salgado) a poner orden y alto a la corrupción, y en vez de hacer respetar su valentía, se la destituyó.
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Dra. Patricia L. Pástor de Calle
Guayaquil
Imagino la buena fe de la ciudadana Salgado y de todo funcionario que por principio consagrado busca servir a la ciudadanía; sin embargo, vivimos en una sociedad de derecho, donde los actos deben ser efectuados conforme a los preceptos legales vigentes, por más que su omisión implique una búsqueda de justicia.
A nadie se lo puede condenar sin un proceso correctamente establecido, y “la pasión de Salgado” ha ido más allá de procedimientos legales, invocando una justicia disfrazada que vistiéndose de ella, buscó una plaza pública ante el pueblo que juzga muchas veces sin conocer el trasfondo de las acciones, ni el procedimiento legal constituido, en el cual “si existiera la pena de muerte, pues que se aplique, pero conforme al derecho”.
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Ernesto X. Ortega Flor
Guayaquil