Marzo de 1999. Un aire glacial y seco, casi imperceptible para la respiración, predomina en las laderas del cerro Llullaillaco, en la frontera argentino-chilena, a 6.739 metros de altura en la cordillera de Los Andes.

En ese ambiente crudo e inhóspito, un grupo de arqueólogos estadounidenses y peruanos, financiados por la sociedad científica National Geographic, descubrió 500 años después de su enterramiento los restos conservados de tres niños incas, en cuyos costados aparecían diminutas figuras de llamas –una de plata y dos de ostras de la familia spondylus–, adornos de cerámica y hasta un extraño collar con colgantes tallados de esa concha marina.

Según declaraciones de Johan Reinhard –quien encabezó al grupo de investigadores–  aparecidas en noviembre de 1999  en la revista National Geographic, “las momias portaban un regalo más preciado que el oro: un collar de concha de ostra espinosa, cultivada  en la Costa de Ecuador”. A 3.200 kilómetros al norte del sitio del hallazgo, en estos días Marjorie González, de 32 años, de piel cobriza y áspera como el resto de los miembros de su comunidad Agua Blanca, ubicada al fondo de una carretera lastrada en el centro del parque Machalilla (Manabí), se ocupa en tallar bordes de una concha rojiza.

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Con ella elabora figuras de animales, medias lunas y otros detalles que vende a turistas que llegan de visita hasta este sitio, donde entre 1975 y 1986 los arqueólogos europeos Hans Marotzke y Colin McEwan, encontraron un conjunto de estructuras de piedra de un asentamiento indígena urbano de la cultura Manteño, que se cree pobló ese sitio entre el año 800 y el 1532, después de Cristo.

Hace tres años la ostra espinosa era poco conocida en su pueblo, que como otras comunidades cercanas no vive de la pesca , pero ahora, como sus antepasados, González la ofrece a cambio de algo. En la mitología indígena a la concha spondylus se la asociaba normalmente con la lluvia, el agua y la fertilidad, pero también formó parte de los intercambios comerciales.

Son pocas las evidencias de que los pueblos aborígenes ecuatorianos navegaban por los mares del Pacífico, pero el hallazgo de la spondylus en zonas tan lejanas de Ecuador  determina  que fue necesario surcar las aguas. A la llegada de los españoles, según el arqueólogo Jorge Marcos, en un estudio publicado en 1985, las sartas de una braza (medida de longitud) hecha de spondylus servían de monedas en Mesoamérica, América Central y posiblemente en el área andina.

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Los hallazgos arqueológicos con restos de esta concha se remontan a los 4.200 años antes de Cristo, en tiempos de la cultura Valdivia. En el Ecuador, artesanías en spondylus se han descubierto en zonas alejadas de las playas: desde San Lorenzo del Mate, en el estuario del estero Salado, hasta en el Oriente ecuatoriano o la Sierra, como en el cerro Narrio, en Cañar.

En Latinoamérica se encontraron conchas elaboradas también en Kotosh, en los Andes peruanos. Marjorie González, una de las cinco madres de familia que en Agua Blanca trabajan con la spondylus, cree que parte de sus rasgos la relacionan con los antiguos pobladores de aquel valle bañado por las aguas del río Buenavista. “Somos descendientes directos del pueblo manteño”, dice Camilo Martínez, de 35 años, uno de los dirigentes de la comunidad, de 57 familias, que se ha hecho cargo de las instalaciones del museo de sitio.

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De acuerdo con los arqueólogos, Agua Blanca era, a la llegada de los españoles, el centro de un señorío que aglutinaba a cinco comunidades, con una población de 5 a 7 mil personas. Se lo conocía como el señorío de Salangome, donde los manteños  operaban una flotilla de balsas con las que recorrían el Pacífico sur, desde Valparaíso, en Chile, hasta México, al norte, y manejaban una lengua de contacto, identificada en las crónicas de los españoles, como marinera.

En la época actual, la spondylus recuperó importancia, aunque a manera de adornos (collares, colgantes…) o en la gastronomía: en Puerto López o Puerto Cayo, los restaurantes la ofrecen en cebiches, en arroz, al ajillo o en tortilla, a un costo de seis dólares.