Da la impresión de que el gobierno del señor Gutiérrez es el más moroso de las dos últimas décadas. Moroso y no solo incumplido, pues sin hacer relación explícita a los ofrecimientos realizados durante la última campaña electoral, debe prácticamente a todos los ecuatorianos.

Debe a las universidades y escuelas politécnicas más de ochenta millones de dólares, deuda que está a punto de paralizarlas como de hecho ha paralizado ya los trabajos de investigación que realizan, pues los profesores, empleados y trabajadores estamos sin recibir los sueldos, lo que motivará suspensiones de trabajo y reclamos, y la consiguiente distorsión de las programaciones.

Debe a los hospitales en un doble rubro: al personal que en ellos labora, ahuyentando una vez más a los médicos jóvenes que no verán ninguna ventaja de trabajar en ellos, y a la salud misma, al no renovar la infraestructura necesaria para el funcionamiento de esos centros y no conseguir las medicinas más básicas para atender a los enfermos sin recursos económicos.

Debe a los municipios y consejos provinciales, que se verán abocados a plantear sus demandas en alta voz, y ya sabemos lo que eso significa: paros y protestas que pueden sumir a provincias y cantones en airadas reacciones y hasta en violencias regionales.

Debe a los profesores de escuelas y colegios en dinero y palabra, pues no les paga los sueldos devengados ni las contribuciones que aceptó entregar en los acuerdos de la última huelga nacional.

Debe, en fin, a otras instituciones y gremios.

Las consecuencias de estos incumplimientos comienzan a percibirse. ¿Es que un genio maligno, el otro yo del Gobierno al que difícilmente los psiquiatras y los psicólogos podrían desvelar como para de una vez revelarlo o exorcizarlo, está ansioso de provocar un gran incendio del que todos seríamos víctimas?

Pero no son las únicas deudas de este Gobierno.

Debe claridad y/o verdad sobre su política con relación al conflicto en Colombia, conflicto cada vez más penoso, enredado y turbio para el Gobierno de ese país, que puede arrastrarnos a un previsible desastre.

Debe a la sociedad civil por su inacción o poca acción para detener esa lacra moral que es la corrupción de todo tipo, deuda que se ve acrecentada con los ataques a la AGD y al SRI, que hacen pensar a una mayoría de ecuatorianos si los ansiados desplazamientos de las dos señoras responsables no son para encubrir antes que para remediar lo que pueda estar mal en esas entidades.

Debe por la falta de planificación, por la ausencia de desarrollo social, por el no mejoramiento de las producciones agrícola e industrial, por la inexistencia de políticas reales y no circunstanciales con el típico olor de clientelismo electoral.

Debe a la seguridad ciudadana por el auge de una violencia delincuencial que nadie detiene y que amargamente nos sofoca.

Esta es una larga lista de deudas del señor Gutiérrez que los ecuatorianos tenemos presente, pues aunque podrían añadirse muchas cosas más sería como agregar un pelo a los muchos del gato.

Es tiempo de comenzar a pagarlas. Porque en verdad no hay tiempo, antes que estallidos diversos generen caos y zozobras en la República.