Los rebeldes han intensificado en los últimos días sus atentados contra las fuerzas  norteamericanas.

Los cuerpos quemados y mutilados de los cuatro estadounidenses que fueron arrastrados el miércoles por las calles de Faluja ya no están, pero siguen fomentando el descontento entre los enfurecidos residentes de esta ciudad, que amenazaron con más asesinatos sangrientos.

“Los estadounidenses pueden pensar que es inusual pero esto es lo que deben esperar. Llegan a lugares y matan a civiles,  entonces, por qué no se les puede matar a ellos”, cuestionó ayer Amir, que trabaja en una tienda en Faluja.

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Las horrendas escenas conmocionaron al resto del mundo. Después de ser atacados por una guerrilla, los contratistas estadounidenses fueron dejados a merced de una multitud. “Nos alegra que esto haya pasado”, indicó Amir.

Los insurgentes dispararon contra dos vehículos que transportaban a los contratistas en Faluja,  la gente salió de talleres, restaurantes y tiendas para observar y participar.

El administrador civil de Iraq, el estadounidense Paul Bremer, advirtió ayer que lo sucedido en Faluja “no quedará sin castigo”, en alusión al ataque iraquí en el llamado “triángulo suní”.
Bremer no precisó  las medidas que tomará la coalición contra los rebeldes, que han intensificado sus acciones una semana antes del primer aniversario de la caída del régimen de Saddam Hussein.

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Ayer, tropas de Estados Unidos fueron blanco  de otro ataque cerca de Faluja, cuando un vehículo de un convoy militar pisó un explosivo. Tres soldados resultaron heridos.

Además, una persona murió ayer y varias resultaron heridas como resultado de enfrentamientos entre la policía iraquí y manifestantes en la ciudad de Basora, al sur del país.

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La violencia contra las fuerzas ocupantes no intimida al Gobierno del presidente, George W. Bush, quien mantiene su plan de devolución del poder político a los iraquíes el próximo 30 de junio, según fuentes oficiales.

Comparación
La matanza y mutilación el miércoles de cuatro contratistas estadounidenses en Iraq suscitó comparaciones con lo sucedido en Somalia en 1993, pero hay diferencias entre ambos hechos, coinciden analistas. Pero la Casa Blanca promete que no dejará Iraq.

“Somalia era una situación terrible, pero podíamos salirnos de ella”, señaló ayer el senador republicano John McCain. “La seguridad de EE.UU., la seguridad nacional no estaba amenazada.  En cambio,   no podemos darnos el lujo de perder Iraq”, agregó.

“Lo que se juega es la credibilidad del presidente Bush. La importancia estratégica de esta operación es mayor que la de Somalia y lo que hemos invertido hasta ahora (en Iraq) es mucho más”, dijo Michael OHanlon, analista militar.

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Milicianos somalíes atacaron dos helicópteros de EE.UU. en 1993 y mataron a 18  norteamericanos, a quienes arrastraron por las calles de Mogadiscio, en una demostración de sentimiento antiestadounidense que motivó a Washington a retirarse del país.

Reacciones
Imágenes

El presidente estadounidense, George W. Bush, vio las imágenes de los atentados del miércoles en Faluja, indicó su portavoz, Scott McClellan.

Identificación
La compañía Blackwater Security Consulting se negó a identificar a sus trabajadores asesinados en Faluja.

Sin vínculos
La multitud que mató a los contratistas no tiene nexos con Al Qaeda, dijo Cofer Black, jefe de coordinación antiterrorista del Departamento de Estado.

Contra Islam
Ayer, en Bagdad, los habitantes reprobaron las muertes, subrayando que el Islam prohíbe matar a civiles y actos de barbarie sobre los cadáveres.

Feria aplazada
Una importante feria comercial auspiciada por EE.UU. para las empresas que reconstruyen Iraq fue postergada ayer, debido a la matanza.