El Gobierno ecuatoriano no tiene una estrategia  sobre cómo afrontar el problema de los emigrantes radicados en España, que han provocado cambios demográficos, sociales, económicos y culturales.

Las autoridades ecuatorianas no emitieron hasta la tarde de ayer ningún pronunciamiento oficial sobre el hecho de que los ecuatorianos constituyen el primer grupo de inmigrantes radicados en España.
 
El Instituto Nacional de Estadística (INE) de España anunció la tarde del martes que los ecuatorianos se consolidaron como la primera comunidad extranjera con 390.297 personas registradas oficialmente en los censos, con lo que desplazó a los marroquíes, que marcaron en gran medida la política migratoria del país europeo.

Además, la ecuatoriana es la segunda nacionalidad con mayor número de nacidos en España, con ocho mil inscritos y la tendencia es al alza.

El embajador de Ecuador en Madrid, Francisco Carrión y voceros de los grupos de migrantes estiman que el número real puede llegar a casi quinientos mil ecuatorianos, pues no todos se registraron en los censos.

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Según las leyes españolas, los extranjeros radicados en situación legal o no en el país, deben estar empadronados para acceder a la  escolarización y a la atención médica pública.
 
Pero como el censo coincidió con la instauración del visado a los países de la Unión Europea y con la vigencia de la nueva Ley de Extranjería en España, muchos recién llegados se abstuvieron de registrarse, de acuerdo a las fuentes consultadas.
 
El hecho cierto es que hay una constatación oficial y estadística de las autoridades españolas de que los ecuatorianos son el primer colectivo (o comunidad) de extranjeros y esto obligará a varios cambios en la percepción de la sociedad española, de sus medios de comunicación y de los propios ecuatorianos afincados allá.

La complejidad del problema se puede entender cuando se ven las cifras: en cinco años se fueron el equivalente a la población de las provincias de Esmeraldas o de Chimborazo e ingresaron a un país que luego se asustó por el número y las costumbres de los recién llegados, que a su vez, tampoco conocían cómo funciona la sociedad que los acoge.

Esto provocó cambios demográficos, sociales, económicos y culturales en el país anfitrión y un desfogue en la presión social en Ecuador, porque no iba a poder crear fuentes de trabajo para tal cantidad de personas.
 
Además, aquí ocurrió un fenómeno peculiar: el inmigrante buscó rápido la reunificación familiar llevando a sus parejas, padres, familia política e hijos que ocupan los servicios públicos, las escuelas y hospitales.
 
El hecho puede ser comparado con el éxodo, diáspora o la crisis de Mariel o algún otro hecho de igual envergadura, que obligó a cambios en la legislación de los países afectados.
 
EL UNIVERSO publicó en octubre del año anterior tres artículos en los que se analizó el fenómeno migratorio ecuatoriano a España y se concluyó que es el único país de Europa donde los cerca de quinientos mil ecuatorianos logran comunicarse en su mismo idioma, pero no siempre entenderse ni conocer cómo funciona esta sociedad, lo que  desnudó nuestras fallas educativas y de convivencia social, pero también ha despertado nuevas aspiraciones y potencialidades en nuestros compatriotas.

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Los ecuatorianos tienen una importancia que sí ha sido percibida por los anfitriones en el aspecto económico.
 
Son mano de obra barata, laboran especialmente en el área de la construcción, la agricultura, la atención a niños o ancianos, limpieza de casas y empiezan a subir en la escala con trabajo en oficinas y almacenes o atención a clientes en restaurantes. Ya hay muchos que estudian en las universidades o que quieren equiparar sus títulos académicos.

Justamente esa fue una de las propuestas presentadas por la Asociación de inmigrantes a Lucio Gutiérrez cuando visitó ese país como presidente electo de Ecuador.
 
El poder de compra queda evidenciado cuando cada día aumentan los negocios que importan productos como cervezas y otros licores, chocolates, comida, cuyes, gaseosas, verdes o plátanos, yuca.
 
Han proliferado los locales para realizar llamadas, conocidos como locutorios, que exhiben en sus paredes relojes donde marcan la hora de Ecuador y Marruecos; y, los restaurantes con comida ecuatoriana.
 
Los bancos preparan ejecutivos para atender a los migrantes que pueden comprar pisos o solicitar tarjetas de crédito que ahora sirven para enviar remesas de dinero.
Hay varias publicaciones hechas por ecuatorianos para la inmensa colonia.
 
Algunos jóvenes ecuatorianos ya compran en tiendas de grandes marcas en la Gran Vía de Madrid, en La Rambla de Barcelona, en el centro comercial Eroski de Terrassa, pero muchos no se desarraigan del hábito de lucir una gorra con la visera para atrás, una chompa sin camiseta interior, pantalonetas anchas y zapatos deportivos sin medias.
 
Los españoles critican en cambio, a muchos ecuatorianos, el alcoholismo, el hábito por escuchar música a todo volumen en los departamentos o su participación en hechos de crónica roja.
 
El embajador de Ecuador en Madrid, Francisco Carrión destacó el esfuerzo de la Cancillería ecuatoriana por mejorar el funcionamiento de los consulados, así como sus gestiones con el gobierno central, y los gobiernos regionales, autonomías y ayuntamientos, para la mejor integración de los ecuatorianos.
 
Pero es necesario definir como Estado las prioridades y atención de los inmigrantes.

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La sociedad española no estuvo preparada para afrontar la masiva presencia de inmigrantes en un país del cual  desconoce su historia y costumbres.

La importancia de los ecuatorianos en el plano económico en España aún no se alcanza en lo cultural o de representación política o en la prensa.

No hay integración cultural, lo que provoca roces entre los ecuatorianos y sus hábitos y los españoles y sus costumbres. Hay desconfianza mutua.

La tasa de natalidad de los ecuatorianos supera a la de otros inmigrantes, y la presencia de niños extranjeros, obliga a cambios en la comida de las escuelas.

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Los inmigrantes sin papeles exigen a las autoridades de Ecuador que los ayude a legalizar su permanencia y que se homologuen títulos profesionales.

Estudios de ONG demuestran que los inmigrantes de la Sierra prefieren Madrid. De la Costa, zonas como Barcelona y Murcia.

Se registra un notable incremento de población extranjera de Cataluña con 160.941 nuevos empadronamientos, que superó a Madrid.