Suena la voz inconfundible del mago de la rockola, Aladino, y sus éxitos de antaño o a ritmo de bachata; minutos después, el equipo de sonido pone nostálgico a los presentes cuando Segundo Rosero canta Nadie es Eterno en la vida, que suena aún más triste en una tarde fría y gris de viernes con que se despide el invierno en esta ciudad. El grupo de amigos, con cerveza en mano, se queda en silencio  y luego reemprende sus bromas.

Todos pasan de los 50 años y  más de la mitad de ellos radicados acá, pero cuando se reúnen en las tardes para conversar, los temas inexorablemente son: cómo van Barcelona y Emelec,  el encanto de las mujeres guayaquileñas y cuándo los ecuatorianos saldrán de la crisis económica.

El grupo se denomina La Gallada de la 90 y Roosevelt, en Queens. Lo integran Washington Vergara, Magno Medina, Manuel García, Francisco Saavedra, Lautaro Rodríguez, Franco y El Gato, quienes discuten cuál era en Guayaquil el mejor lugar para comer la bandera o el sándwiche de chancho.

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Todos viajan por vacaciones a Ecuador. Manuel García, propietario de Ecuatravel, dice que tiene lo último de la música rockolera; Washington Vergara –que ya tiene planificadas como todos los años sus vacaciones de julio en Guayaquil con  dinero incluido para celebrar su cumpleaños, aunque su esposa Carolina se enoje–, dice que tiene el bar de su casa lleno con bebidas ecuatorianas.

La añoranza por su país lo lleva a Vergara a comprar todos los días Diario EL UNIVERSO en una de las agencias de Delgado Travel, a consumir comida ecuatoriana en su hogar, acompañándola con café pasado manabita, y su máxima alegría en estos días es llegar a casa y prender la cadena Ecuativi, que difunde los programas de TC Televisión, Gamavisión y Teleamazonas. Los miembros de La Gallada difícilmente se pierden un concierto de los artistas ecuatorianos.

“A Aladino lo vimos en el Chibchas. Segundo Rosero cobró 30 dólares la entrada y como iba de paso a Europa lo fuimos a aplaudir porque es de los ecuatorianos que hacen quedar bien al país”, comenta con su voz ronca Magno Medina, quien pasó en Guayaquil las fiestas de fin de año y se emocionó con la quema de los años viejos en la ciudadela Nueve de Octubre, frente a la casa de su hermana. Acá es frío, no es como mi ciudad, se lamenta. El grupo refleja a los miles de inmigrantes que en cualquier rincón del mundo no pierden su identidad ni el amor por su patria.