Cada vez que en Estados Unidos gana las elecciones presidenciales la ultraderecha republicana, el mundo ha visto incrementarse las guerras donde los jóvenes mueren, o quedan lisiados o medios locos, como quedaron después de la infamia llamada Vietnam, donde por suerte el presidente Richard Nixon, tuvo de canciller al genial Henry Kissinger, quien viajó 28 veces a París para conseguir la firma del Tratado de Paz y por el cual se ganó el Premio Nobel. Ese gran país perdió una guerra inútil.

Pero ahora Bush no tiene, ni él ni el canciller, ese talento diplomático; más bien el mundo con manifestaciones rechaza este periodo belicista, y periódicos norteamericanos critican, por ejemplo, que la reconstrucción de Iraq se vaya a hacer con empresas de propiedad de gente cercana al Gobierno actual.
Graves repercusiones políticas tiene el primer ministro inglés, donde incluso apareció “suicidado” un ciudadano que debía  informar sobre el engaño de las supuestas armas nucleares que existían en Iraq.

Al presidente Aznar le tocó perder las elecciones el 14 de marzo, a más de ser abucheado, el pueblo le gritaba a Aznar por su conducta frente a las masacre. La gente vinculaba que España se metió a apoyar a Bush. Ahora el próximo desastre electoral será para George Bush, quien derrocó al sátrapa de Hussein, pero violó el Derecho Internacional, al igual que su padre que ganó la guerra del Golfo, pero perdió la reelección.

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Es hora de que los vendedores de armas del mundo se den cuenta que los países no quieren muertes, sangre y apropiaciones indebidas. Todo extremismo debe ser rechazado.

Ab. Francisco Pesántez Villacís
Guayaquil