Martin Lee, activista por la democracia, es presidente y fundador del Partido Demócrata de Hong Kong. Lee habló con Nathan Gardels, editor de Global Viewpoint, el 16 de marzo pasado, sobre los recientes cambios políticos en China y el futuro de Hong Kong.

Nathan Gardels: El congreso popular nacional en Beijing enmendó la Constitución China para incluir, por primera vez, protección para los derechos humanos y la propiedad privada. ¿Cuál es el significado de esta resolución?

Martin Lee: Hasta hace poco, el único derecho humano reconocido en China era el derecho a vivir. Es decir, un derecho no muy diferente al de un animal. Ahora, Beijing ha firmado el Convenio Internacional sobre los Derechos Civiles y Políticos, aunque todavía no lo ha ratificado. Mientras tanto, ha inscrito, como usted menciona, protección para los derechos humanos en la Constitución.

Estos claramente son pasos en la dirección correcta. Iba mucho más atrás que Hong Kong en este respecto, pero ahora comienza, lentamente, a acercarse.

Gardels: ¿Cómo cuadra este recién encontrado respeto por los derechos humanos con la condena de algunos oficiales en Beijing a una reciente demostración dentro de las elecciones democráticas en Hong Kong como “antipatriotas”?

Lee: No son posturas fáciles de reconciliar. Cuando China recuperó su soberanía sobre Hong Kong en 1997, éramos un “distrito administrativo especial” con libertades comparables a las disputadas en Occidente dentro del gobierno de la ley. La enorme promesa contenida en la declaración conjunta entre Bretaña y China en aquel tiempo decía que esa forma de vida continuaría sin cambios por otros 50 años.
Nuestra Constitución, la ley básica, también permite el desarrollo de la democracia gradualmente por los primeros diez años después de 1997. Fuera de eso se nos permitiría, si la gente así lo quería, tener elecciones directas y democráticas para el jefe del ejecutivo en 2007 y para toda la legislatura en 2008.

El prospecto de la democracia real en Hong Kong en unos cuantos años es extremadamente preocupante para Beijing, aunque el nuevo premier, Wen Jiabao, y el nuevo presidente, Hu Jintao, han anunciado el desarrollo de la democracia en China en sus viajes al extranjero. Por supuesto, hablan sobre la “democracia en un contexto socialista”, pero se concentran en “la voluntad del pueblo”. Este, también, es un paso en la dirección correcta. Pero no hay una agenda para cuando la democracia pudiera llegar a la China continental.

Especialmente desde nuestra gran demostración el 1 de julio del año pasado que incluyó a cerca de un millón de personas, y el avasallador apoyo para la democracia que ha crecido en Hong Kong. De hecho, todas las encuestas de opinión conducidas en los últimos diez años han demostrado que el pueblo de Hong Kong –en una base 2 a 1– quiere la democracia tan pronto como sea posible.

Beijing no esperaba esto. Los líderes de China han escuchado de sus aliados en Hong Kong que no tienen nada de qué preocuparse mientras den ayuda económica a Hong Kong. Las mejoras económicas, decían, aplacaban el entusiasmo de la gente por el avance democrático.

Por supuesto, esto ayudó a Hong Kong. Pero cuando se realizaron las primeras elecciones de distrito luego de las demostraciones del 1 de julio, los aliados de Beijing se vieron aplastados. El pueblo de Hong Kong, en esencia, dijo: “Muchas gracias, pero seguimos queriendo la democracia”.

Entonces, Beijing está ahora temeroso. Tiene miedo de que en las próximas elecciones de Hong Kong, en septiembre, nosotros y nuestros aliados pudiéramos alcanzar la mayoría. Si ello ocurre, teme, Hong Kong estará fuera de control de Beijing y en camino rumbo a la democracia.

Los chinos tienen tanto miedo ahora, que han perdido el sentido. Ni siquiera quieren permitir que Hong Kong comience discusiones y consultas sobre el paso a las elecciones directas. Y han intentado atemorizar a nuestros votantes llamándolos “antipatriotas”.

Gardels: ¿Es usted un patriota chino?

Lee: No queremos la independencia, lo hemos dejado claro. Ni una sola persona quiere eso. Lo que queremos es democracia, como se nos prometió, bajo la política de “un país, dos sistemas”. Eso es todo.
Apoyamos la política de “una sola China”, y no estamos a favor de la independencia ni para Taiwan ni para Tíbet.

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