La polémica tras las acusaciones contra la Casa Blanca de haber desatendido la política contra el terrorismo antes de los ataques del 11 de septiembre de 2001 ubican en la línea de mira a Condoleezza Rice, la consejera del presidente George W. Bush para seguridad nacional.
 
No solo porque el autor de las acusaciones, Richard Clarke, era su  subordinado en el Consejo Nacional de Seguridad (NSC) hasta su renuncia a  principios del 2003, sino porque Rice se niega a dar testimonio público bajo  juramento ante la comisión que investiga los atentados.
 
"No habría nada mejor que poder hacerlo. Pero yo tengo una responsabilidad  de mantener la separación mencionada en la Constitución entre las dos ramas  ejecutivas y legislativas", declaró en una entrevista con la prensa. Su  posición es apoyada por los servicios jurídicos de la Casa Blanca.
 
Rice multiplica desde hace una semana sus apariciones en televisión para  rechazar las declaraciones de Clarke.
 
"Está en todos los canales pero no en el sala como testigo. Políticamente,  eso tiene un mal efecto", estima el editorialista David Brooks en un debate en  la radio pública PBS.
 
Con 49 años, Condoleeza Rica aconseja al presidente Bush en temas  internacionales y asegura la coordinación entre la presidencia, el departamento  de Estado y el ministerio de Defensa.
 
En esta tarea, debe lidiar con recorridos personajes políticos y  diplomáticos como Colin Powell y Donald Rumsfeld así como con el vicepresidente  Richard Cheney, cuyos consejos son muy escuchados por Bush.
 
Richard Clarke afirmó en su libro "Contra todos los enemigos" y ante la comisión investigadora que la administración Bush no tomó en serio la amenaza planteada por la organización terrorista Al Qaeda antes de los atentados del  2001, que dejaron casi 3.000 muertos en Estados Unidos.
 
También lo acusó de haber saboteado la lucha contra el terrorismo al iniciar la guerra contra Iraq.
 
A Rice le reprochó haber disminuido la importancia de la célula contra el terrorismo en el NSC tras su llegada al gobierno a principios del 2001, cuando  el anterior presidente demócrata Bill Clinton, le dio un papel central.
 
Según Clarke, su nueva jefa, formada en la escuela de la guerra fría, estaba obnubilada en la época por las negociaciones iniciadas con Moscú para  renegociar el tratado antimisiles ABM.
 
Durante una entrevista con la prensa, Rice dejó en claro su irritación con su ex colaborador. Recordando reuniones a los que él no se presentó dijo: "Le envié un correo electrónico. No vino. Le envié otro diciéndole que sería mejor que viniera y vino", agregando en un tono desafiante que "yo sé como hablar con la gente".
 
Esta es la segunda vez que "Condie" se halla en una posición difícil.
 
En julio pasado, se le reprochó haber dejado pasar en un discurso importante de George W. Bush una referencia a los intentos del ex dirigente iraquí Saddam Hussein de procurarse uranio en Africa.
 
Esas afirmaciones se revelaron falsas y fueron desmentidas por los servicios de inteligencia estadounidenses. Bush se atribuyó el mismo la responsabilidad y reafirmó su confianza en Condoleezza Rice, no solo como su colaboradora sino como amiga personal.