Una vez a la semana después del colegio, un grupo de niñas de familias bien mexicanas se dirige a una discreta casa en el sur de la capital para asistir a una clase sobre cómo convertirse en una esposa perfecta.

Niñas entre 13 y 18 años aprenden desde clases de cocina, costura, plancha y vestido, hasta poner pañales, servir una cena formal y añadir toques femeninos a una casa, como un jarrón de flores en el baño o iniciales bordadas en las toallas.

Tales habilidades, según la profesora Tota Topete, corren el peligro de convertirse en un arte perdido a medida que las jóvenes mujeres mexicanas se unen a la tendencia global de centrarse en sus carreras más que en el cuidado del hogar.

Publicidad

“Ahora todas las mujeres quieren salir a trabajar, pero ocho horas al día cuando una es esposa o madre sencillamente no es posible”, dijo Topete, una vivaz mujer de 60 años, después de una de sus clases vespertinas.

En México, una de cada tres mujeres trabaja fuera de casa, un aumento con respecto a los años 70, cuando lo hacían una de cada cinco, y eso que dicha cifra no incluye a los millones de mujeres que trabajan informalmente en ayuda doméstica o vendiendo comida por las calles.

A medida que las actitudes machistas sobre las mujeres en el trabajo y sobre los ideales católicos de familias numerosas pierden vigencia, las mujeres también han empezado a tener menos hijos.

Publicidad

En las comunidades pobres, según estudios recientes, las niñas abandonan la escuela a la edad de 10 y 11 años para ayudar en casa. Se casan jóvenes y se embarcan en una vida de cocinar y limpiar, y muchas incluso viven aguantando a maridos infieles.