Mauricio Yépez juega en el Banco Central el clásico papel del burócrata aplicando la estrategia del deterioro. Al menos lo está haciendo con un lamentable éxito en materia cultural.

Comenzó en Quito, dejando que la administración cultural vegetara en los últimos tiempos, en medio de una indiferencia olímpica, para finalmente poner a la cabeza a otro liquidador, un funcionario “de carrera” con una desinformación absoluta de la historia y la actualidad de la cultura en el país. ¿Para qué lo puso ahí? ¿Para que facilite la liquidación del programa cultural del Banco Central?

Por último, han resuelto, al parecer, llevar todos los saldos, desde los arqueológicos hasta las bibliotecas, al antiguo edificio de la matriz, construido, como se podía suponer, para albergar a una institución financiera y no a museos. Pero en fin, peor es que sigan en el edificio Aranjuez.

Lo paradójico del caso es que allí donde realizaron una extraordinaria infraestructura física, Guayaquil, ahora están auspiciando el deterioro del concepto y del proyecto cultural, mientras en Quito quieren resucitar un concepto sin la menor inversión en la infraestructura.

En efecto, en Guayaquil, con la solapada estrategia de aplicar el deterioro, destituyeron a quien había concebido el proyecto, Freddy Olmedo, para dejarlo primero como un asesor amarrado de pies y manos y luego simplemente liquidarlo. Allí, en el MAAC, se había concebido un proyecto de exposición, Umbrales, que constituía una superación de extraordinaria calidad en esa materia en nuestro país, con algo inédito en curaduría de arte en el Ecuador. Se aplicó un concepto de reconstrucción del ámbito en que las manifestaciones plásticas ocurrieron en el Ecuador del siglo XX, con una investigación y selección muy rigurosa de la obra más representativa y de sus contextos, sin optar por lo más fácil: colgar en las paredes todo cuanto esté arrumado en las bodegas de la institución.

¿Se culminará acaso ese proyecto en Guayaquil, o volverá el concepto de que, para montar un museo se necesitan unas cuantas libras de clavos y unos martillos? ¿Con eso basta, según el presidente del Banco Central?

Sí, señor Yépez, unas cuantas libras de clavos son suficientes para colgar la cultura en un régimen como el de Lucio Gutiérrez.

Mientras tanto, sigamos ejecutando la estrategia del deterioro, para que el Banco Central se integre a esa colección de fantasmas que ejecutan las políticas culturales: la Casa de la Cultura y su agenda de homenajes, el Instituto de Patrimonio Cultural en la misma condición de indigencia que los hospitales públicos y el Consejo Nacional de la Cultura convertido en un club de buenos amigos atendiendo hambres atrasadas.

Me parece que Mauricio Yépez está cumpliendo bien la tarea: volver al proyecto del Banco Central “acorde” con el resto. Para el efecto, basta con dejar que los muros se vayan desmoronando por efecto de la humedad y el abandono.