El orden que ahora hay en el barrio Popeye, de Fertisa (Guasmo Central), no muestra a primera vista que hace un año ese fue el escenario de la tragedia que causó la muerte de una persona y dejó heridas a otras 28, tras la explosión de un polvorín en la Base Naval Sur, que se encuentra a pocos metros.

Las personas que allí viven “aún se alborotan” (como lo expresó Ángel Ramos, de 38 años y morador del sector) cuando recuerdan los sucesos de esa noche. Así ocurrió, por ejemplo, el pasado 29 de diciembre. “Eran aproximadamente las 23h00, y (en la Base Naval Sur) estaban celebrando por fin de año”, recordó el hombre. “Cuando comenzaron a prender fuegos artificiales, todos nos asustamos, incluso salimos a la calle”, recordó Ramos.

No sabían qué ocurría y temían que la historia del 23 de marzo del 2003 se estuviera repitiendo. Con algo de angustia en el rostro, Ramos muestra las fotos que su vecino Agustín Carpio tomó esa madrugada. En las gráficas se ve a varios niños asustados, con lágrimas en los ojos, y algunas mujeres desmayadas.

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“Es que la explosión no solo afectó a este barrio, a estas casas. Afectó a todo Fertisa”, explica Pilar Pérez, de 37. La casa en que vivía con su esposo Juan Morán y sus dos hijos fue una de las once que se incineraron, y luego reconstruyó la Armada.

Con algo de recelo, la mujer explicó que precisamente la noche del lunes pasado, su hija Jennifer (9) le preguntó: “¿Mamá, esta noche justamente se cumple un año. No volverá a pasar?”.

Diagonal a la casa de Pérez está la de Vidal Caicedo, de 47 años. Ahí vive la pequeña Heidy Nicol Argudo Aguas, de apenas 10 meses. Ella es hija de Jimmy Argudo, la única persona que murió por las explosiones. Argudo jamás pudo abrazar o besar a su hija, que nació dos meses después.

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Sonríe y juega con su madre, Heidy Aguas (22), al tiempo que abraza el retrato del padre que no conoció. Pero las explosiones de aquel día la marcaron antes de nacer. Su madre explicó que como resultado de la agitación y el susto que ella vivió, la niña nació con una alergia en su cuerpo.

Apadrinada por la Armada (según reveló Aguas), su hija recibe tratamiento con el cual poco a poco ha logrado superar la enfermedad, que aún es visible en su rostro.

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Vidal Caicedo, abuelo de la menor, muestra las cicatrices que quedaron en sus piernas por las esquirlas que le cayeron encima. Trabaja de 08h30 a 19h00 (“aunque el horario no es fijo”, manifiesta) como vendedor ambulante de galletas que él mismo elabora. “Mis piernas están dormidas, no las siento”, refiere el hombre.

Explica que con lo que gana logra mantener a su familia. “Pero quisiera recibir la ayuda para poner mi negocio propio. Si bien la Armada está cuidando a mi nieta, y me ayudó a reconstruir mi casa, yo no recibí una indemnización en efectivo”, dice.
Aguas vive algo similar. Las heridas que sufrió (también en las piernas) no le permiten estar de pie mucho tiempo, “por eso no me cogen en ningún trabajo”, sostiene. Sin embargo, espera que alguien la llame al 097891169, ofreciéndole un empleo.

LO QUE ELLOS VIVIERON
‘Estaba celebrando’
Vidal Palacios y su familia celebraban el baby shower de su hija Heidy, que tenía siete meses de embarazo. Estaban en un colegio que está a pocas cuadras de su casa. Las esquirlas lo alcanzaron a él, su hijo Xavier y a su yerno Jimmy Argudo, tumbándolos al suelo. Argudo falleció.

‘Todos corríamos’
“Aún estamos afectados” refirió Pilar Pérez, una de las afectadas por la explosión del polvorín en la Base Naval Sur.

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“Del susto que vivimos, nunca nos vamos a poder recuperar. Todos corrían, hubo heridos, y una persona muerta. No solo las personas de las casas que se quemaron resultaron afectadas”.

Pérez explicó que además de su hogar, esa noche perdió sus electrodomésticos.

La Armada le entregó estos objetos  nuevos. “No es lo mismo que yo tenía, pero lo importante es que no perdí la vida”, añadió.

‘Mi casa fue vaciada’
“Mi esposa y mi hija dormían, mientras yo veía una pelea de box. Cuando comenzó la explosión, desperté a mis hijos y esposa. Cerré con llave y salimos corriendo, fuimos a parar a los Esteros. Cuando regresé, me habían vaciado la casa”.

‘Aún me duele la pierna’
Susana Vilela no vive en el barrio Popeye, afectado por la explosión del polvorín en la Base Naval Sur de la Armada. Pero esa noche se encontraba en el colegio del sector, celebrando el Baby Shower de su amiga Heidy Aguas, que tenía siete meses de embarazo.

Explicó que -al igual que Aguas-, no logra conseguir trabajo porque las heridas en su pierna no le permiten moverse mucho. Vive con sus padres y su hija Mailyn Vilela, de tres años. La Armada le dio una indemnización de 300 dólares.