Las tres Dolores (Briones, Vélez y Gómez) solicitaron protección para la única detenida tras el operativo.

Débiles y con problemas de salud, por la gastritis que les ocasionó la huelga de hambre, pasaron el fin de semana Dolores Briones y Dolores Vélez, las viudas de Carlos Andrade Almeida y Guime Córdova Encalada, respectivamente, fallecidos durante el operativo Fybeca, en el que murieron seis delincuentes.

En similares condiciones estuvo Dolores Guerra, la esposa del supuesto desaparecido Johnny Gómez Balda, quien afirmó que el viernes pasado se retiró con problemas de inflamación y requirió de atención médica.

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La huelga contribuyó a que las tres mujeres redujeran más de peso. Por ejemplo, Dolores Briones, de 31 años, la esposa del mensajero de Fybeca, Guime Córdova, pesaba 118 libras antes de que este falleciera. “Actualmente peso 70 libras”, dijo.

Las 48 libras que perdió las atribuye a los golpes que le dio la vida en apenas cuatro meses. “El 19 de noviembre asesinaron a mi esposo, y cuando trataba de reponerme de ese dolor, con el apoyo que me daba mi madre (Beatriz Soriano), ella falleció el 22 de diciembre pasado”, señaló mientras lloraba.

Recordó que su madre solía decirle que antes de morir quería verla feliz, casada con un hombre que la quisiera y que tuviera hijos. “Pero se fue con tristeza, al verme viuda y con un hijo tierno”, musitó.

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Contó que se atormenta cuando su hijo, Jimmy Javier, de 2 años, le pregunta: ¿dónde está papá?. “Por las noches se despierta y lo llama. Eso me martiriza”, añadió.

Dolores Vélez, de 29 años, la esposa de Carlos Andrade Almeida, el cliente que falleció en el operativo y que fue a comprar pañales para su hija Karla, de 6 meses, aseguró que “solo Dios me ha dado fuerzas”.

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Vélez, quien pesaba 145 libras, actualmente está en 110. “Y así doy de lactar a mi hija”, recalcó. Vicenta Tábara (suegra del presunto desaparecido Johnny Gómez) señaló que “Dios la ha bendecido al hacer que la leche de sus senos, pese al sufrimiento, sea buena para la niña, y no como siempre ocurre que por un susto o pena la madre no puede dar de lactar, porque su hijo se enferma”.

Dolores Guerra también dice haberse afectado. “Era más gorda. Antes de que Johnny (Gómez) desapareciera pesaba 163 libras, hoy (cuatro meses después) estoy en 135 libras”, afirma, y lo confirma un álbum fotográfico.

Guerra clama porque le entreguen el cuerpo de su esposo, a quien ella da por muerto, mientras que Luz María Pico (abogada de los 20 policías detenidos) lo señala como prófugo de la justicia.

Las tres Dolores abandonaron la huelga, confiadas en que la nueva versión de la única detenida, Seydi Vélez Falcones, favorezca las decisiones judiciales en el caso.

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