Un año después de comenzar la guerra en Iraq, el Centro Internacional de Fotografía de Nueva York abre una exposición con 50 impactantes imágenes tomadas durante los combates por diez reporteros gráficos de la Agencia VII.
 
La exposición, titulada "Guerra en Iraq: Las Coordenadas del Conflicto", que estará abierta al público hasta el 30 de mayo, se presenta en momentos en que la búsqueda de respuestas claras a la guerra en Iraq, y su preludio, se filtra en el panorama mediático, ético y político de Estados Unidos.
 
"Además de aportar información alarmante sobre la inmediatez de la guerra en el terreno, esta muestra también nos fuerza a cuestionarnos cómo las repercusiones de nuestras acciones nos afectan a nosotros, al pueblo iraquí y a las relaciones entre países en el mundo", señala el texto informativo de la exposición.
 
Algunos de los fotógrafos de la Agencia VII, creada por siete reporteros gráficos independientes a cuatro días de los atentados del 11 de septiembre del 2001, obtuvieron las imágenes acompañando a las tropas estadounidenses.
 
Otros reporteros trabajaron viajando de forma independiente de ciudad en ciudad durante los períodos más explosivos de violencia, y sin la protección de las fuerzas armadas.
 
La muestra comienza con imágenes sobre "el preludio" a la guerra -entre ellas, fotografías relativas al 11 de septiembre y la preparación de las tropas estadounidenses-, sigue con el conflicto en Afganistán y culmina con los bombardeos y la destrucción en Irak.
 
James Nachtwey, uno de los fotógrafos más veteranos del grupo, presenta la imagen de los edificios del gobierno iraquí ubicados a la orilla del río Tigris justo cuando son bombardeados por misiles estadounidenses en marzo del 2003.
 
Una intensa bola de fuego, reflejada en el Tigris, hace de esta imagen casi una abstracción pictórica, un efecto que también alcanza Alexandra Boulat al retratar la densa capa de humo gris que flotó sobre Bagdad cuando el gobierno iraquí quemó petróleo en un intento desesperado por obstruir la visibilidad de los pilotos de combate.
 
Nachtwey, que sobrevivió a los atentados de 2001 y resultó herido por la explosión de una granada en Iraq, también captó el instante en que un civil carga en una carretilla la cabeza decapitada de una estatua del ex líder iraquí, Saddam Hussein.
 
Una de las imágenes más poéticas, de Christopher Morris, muestra a un caballo blanco corriendo libremente, sin montura y sin jinete, por una zona destruida donde el único otro elemento en el encuadre es un tanque de guerra.
 
Entre las fotografías más crudas está la del británico Gary Knight que muestra a un colega decapitado, pero más allá de la sangre y la violencia la muestra ofrece conmovedores testimonios de la desesperación, la aflicción y el luto del pueblo iraquí.
 
"En mis 20 años cubriendo guerras y conflictos siempre me quedó la sensación de que la gente había sido liberada. Aquí lo único que pude sentir fue al conquistador. Lo pude ver en los ojos de los iraquíes", dice un testimonio de Morris inscrito en la pared.
 
"Nuestras tropas fueron entrenadas para combatir, pero no para entender: no todo el mundo es, o quiere ser, estadounidense", agrega el texto, ubicado junto a su fotografía de dos cadáveres de civiles cubiertos de moscas, víctimas del ejército estadounidense.