Son las 11h00 y como cada día desde hace una semana, Sonia, una ecuatoriana de 29 años, espera que una enfermera de la unidad de cuidados intensivos le permita pasar 20 minutos al lado de su novio, un marroquí gravemente herido en el atentado del 11 de marzo en Madrid.

“El miércoles estaba mucho mejor. Vamos a ver qué tal ha pasado la  noche”, suspira, llorosa, esta joven cocinera, que llegó hace cuatro años de su país acompañada de sus dos hermanas.

Su novio, Bemdaoud El Khamlichi, un electricista de 29 años, fue seriamente afectado por la onda expansiva cuando esperaba un tren en el andén de Atocha.

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Según médicos del hospital 12 de Octubre, donde está internado, tiene graves hematomas en los pulmones y su estado es crítico, aunque ha experimentado una notable mejoría que permitió desconectarlo del respirador artificial.

“Nuestro noviazgo era secreto, no quise decir nada a mis hermanas. La relación entre una ecuatoriana y un árabe puede estar mal vista, pero a mí siempre me ha dado igual. Además, él es un chico muy moderno”, asegura.

Sonia y Ben (como ella le llama), se conocieron hace tres años en la Asociación Solidaria para la Integración Sociolaboral del Inmigrante (Asisi). Vivían en la misma casa a las afueras de Madrid junto con otras personas,  “aunque cada uno en su habitación”.

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“El miércoles nos vimos antes de dormir y él me dijo que me llamaría a las 10h00, pero no lo hizo. Intenté dar con él durante horas, visité varios hospitales hasta encontrarlo aquí, medio muerto”, recuerda, sin contener las lágrimas.

Sonia tiene derecho a ver a su novio 20 minutos por la mañana y otros 20 a las 19h00. No ha faltado a la cita ni un día. “No consigo descansar. Me da terror viajar en tren o en metro y solo pienso en marcharme de Madrid”, reitera con la mirada perdida.

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A su tristeza se suma que esta semana, en la entrada de la sala de reanimación del hospital 12 de Octubre, varias personas la han insultado y  preguntado cómo puede ser novia de un marroquí. “La gente en España empieza a  pensar que árabe y asesino es lo mismo”, lamenta.

Tras los atentados del 11 de marzo, reivindicados por la red terrorista Al Qaeda, la policía detuvo al menos a tres marroquíes.

Ayer jueves, Bendaoud, consciente, aguardaba la visita de su novia  pero rodeado de sueros, tubos y agujas en su cama, la número 11.

En las últimas horas su estado ha mejorado dentro de la gravedad y sus amigos, que también han acudido al hospital, esperan que abandone la unidad de cuidados intensivos en los próximos días.

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En sus horas de lucidez el joven marroquí no habla del atentado. “No se acuerda o no se quiere acordar”, asegura Sonia, y explica que él siempre tomaba el mismo tren, cada mañana, de Campamento al oeste, donde vivía, hasta la  estación de Atocha en el centro, y desde allí a Coslada, al este.

“Respira con mucha dificultad, pero creo que ya está mejor porque me ha pedido varias cosas, entre otras, perfume”, cuenta Sonia, riendo y llorando al mismo tiempo.

En los atentados del 11 de marzo murieron 202 personas, entre ellas 6 ecuatorianos y 3 marroquíes.