Nacionales y extranjeros exigimos tranquilidad y protección. Los estamentos públicos nos hablan de planes y proyectos contra la delincuencia, mas si la seguridad es un objetivo de Estado, ¿cuánto se hace por quienes intervienen reprimiendo a los infractores de la norma que garantiza la sana convivencia social?

¿Acaso la seguridad líricamente se la está ondeando cual estandarte de batalla, mientras el espíritu de las personas, conscientes de su razón de vivir, aún permanece estupefacto ante el sacrificio de los ecuatorianos que desprotegidos logísticamente de lo indispensable para el cumplimiento de su deber, no vacilan en trocarse en el holocausto de su misión, convencidos que la justicia pronto imperará en Ecuador y la paz será el legado de hombres de bien?

Wilmer Cervantes V.
Guayaquil
Nuestra Policía Nacional tiene algunas misiones, pero la más importante es la de preservar el orden y la paz interior de la República.

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Si solo tuvieran esta tarea los 36.000 miembros de la institución no serían suficientes para controlar a los 12 millones de ecuatorianos, peor aún, si además deben vigilar el tránsito en todo el país, a excepción de la provincia del Guayas. Tienen que encargarse de la migración en los puertos, aeropuertos y las ciudades fronterizas.

Al fin de todo esto, ¿cuántos gendarmes quedan para enfrentarse a los delincuentes criollos, para combatir el hampa en urbes, campos y carreteras? Quedan muy pocos. En Guayaquil estamos desprotegidos, la actividad policial se basa fundamentalmente en el cruce de informaciones de inteligencia de la Policía Nacional, las Fuerzas Armadas y los organismos nacionales especializados, pero todo esto funcionaría si fuera dirigido por un comando coordinado y experimentado.

Al respecto, nuestros jefes policiales y militares son relevados de sus funciones en muy corto tiempo, cuando recién comienzan a conocer el medio y a desplegar sus capacidades profesionales contra el crimen y la delincuencia organizada, son removidos de sus puestos para servir en importantes funciones en la Capital, o necesitan haber desempeñado su actividad en Guayaquil como aval para alcanzar escaños superiores.

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Quítenles el control del tránsito a la Policía y auméntenles el tiempo de permanencia a los mandos uniformados en ciudades como Guayaquil, a tres años por lo menos, y veremos resultados positivos.

Dr. José Mariscal Latorre
Guayaquil