Viajé a la hermosa y agradable ciudad de Riobamba. Una parte de la carretera, impecable, todo lo que está concesionado y por lo cual se paga: carpeta asfáltica estable, señalización, seguridad. No es que sea divertido pagar, pero nos asegura que alguien está haciendo negocio y es responsable de ofrecer y garantizar el servicio. Dije “una parte de la carretera”: en el resto hay serios problemas, en todos los tramos donde las entidades estatales siguen siendo (ir)responsables. Por ejemplo, en la travesía de cada ciudad o pueblo. Y sobre todo en un cruce que es un monumento a la vergüenza nacional, en Alóag. Es la esquina más importante y transitada del país, porque por ahí se conectan Quito, Guayaquil y el Sur y, sin embargo, se asemeja al paisaje de un país bombardeado: desde hace años no hay carretera sino huecos, zanjas, quebradas. A nadie parece importarle, y nadie en el Estado parece capaz de enfrentar el problema. Si alguien fuera dueño de ese cruce y pudiera cobrar, el problema se hubiera resuelto hace rato. La misma sensación tuve hace semanas al viajar por la Costa. Excelentes carreteras (concesionadas) en el Guayas, malísimas carreteras en las provincias colindantes.
Antes pagábamos también muy poco por el servicio eléctrico y el resultado ha sido una continua descapitalización y falta de inversión, hoy pagamos las consecuencias: no hay suficiente energía hidroeléctrica, hay malas plantas térmicas y enormes ineficiencias. Resultado: tarifas altísimas. Lo que no hicimos durante algunos años lo tenemos que hacer hoy. Igual en el sistema de Seguridad Social.
Durante años los aportes no se hacían con base en la totalidad de los ingresos, pero se pretendía que los beneficios sí fueran proporcionales al ingreso.
Aritmética imposible. Resultado: un sistema con déficit crecientes y la necesidad de corregir esas desviaciones: hoy tenemos un sistema ineficiente y muy costoso (aportar más del 28% de nuestros ingresos es un absurdo). Si en el pasado hubiéramos pagado lo que había que pagar, y hubiéramos creado un esquema basado en la responsabilidad, tendríamos sistemas eléctricos y de seguridad social mucho mejores.
¿Dije responsabilidad? Sí, esa es la clave. Por ahí está tomando vuelo la idea de que la propiedad no importa mucho, de que estatal o privado da igual, que lo importante es la calidad de la gestión. Permítame discrepar. Hay una enorme diferencia entre los dos sistemas, porque solo en el segundo hay alguien responsable de lo que se hace. Hay alguien a quien le cuesta en su bolsillo. Quien gana o pierde. No tengo duda que a usted le habrá venido inmediatamente a la cabeza el tema bancario: ¿acaso ciertos banqueros en 1998-1999 no nos robaron, demostrando que no existe ningún sentido de responsabilidad en lo privado? Usted tiene la razón pero con una salvedad, esa irresponsabilidad pudo darse porque el Estado daba protección a esos banqueros: sabían que a través de la AGD o el Banco Central, se absorberían sus problemas. Que el bolsillo de otros pagaría por el problema y así fue.