George W. Bush  busca la reelección

El 19 de marzo de 2003, el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, hizo un anuncio nacional. Se trataba de la liberación de un país en manos de un dictador, según sus palabras, que  constituía un peligro para el mundo porque poseía armas químicas y de destrucción masiva que podían ser utilizadas contra los intereses norteamericanos, y también contra el resto del mundo.  Al día siguiente empezó la invasión a Iraq con la colaboración de sus más cercanos aliados: Tony Blair, primer ministro de Inglaterra, y José María Aznar, presidente de España, comprometidos ambos con la lucha contra el terrorismo luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Un año después de haber declarado la guerra a Iraq, George W. Bush no ha demostrado la existencia de las armas letales en el país que permanece ocupado y ha tenido que enfrentar duras críticas por las bajas de la coalición, posteriores al cese al fuego. Para la próxima elección presidencial de noviembre, Bush deberá convencer a su país de que la guerra era necesaria y que la economía, agobiada por el  desempleo, prosperará si lo reeligen.

Tony Blair, acosado por la prensa

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La decisión de Tony Blair de  intervenir en  la guerra de Iraq fue precedida por la mayor manifestación antibélica que sacó a las calles de Londres más de un millón de personas el 15 de febrero de 2003.

El primer “efecto colateral” del conflicto  fue el  Caso Kelly, que causó una gran alarma en la opinión pública y golpeó al gobierno del labortista primer ministro Blair.  El doctor David Kelly, experto en armas y funcionario del Ministerio de Defensa, apareció muerto, con las venas de la mano izquierda cortadas, en las afueras de su casa, en el condado de Oxford, el 18 de julio de 2003. Kelly fue la fuente que citó la BBC al acusar al gobierno de haber exagerado la amenaza iraquí para justificar la guerra.  La investigación del juez  Brian Hutton confirmó que Kelly se suicidó; absolvió al gobierno de toda responsabilidad y criticó la cobertura informativa de la radiotelevisión pública, BBC. El fallo judicial causó las dimisiones del presidente de la BBC, Gavyn Davies; su director general, Greg Dyke, y del reportero Andrew Gilligan; a pesar de esto Tony Blair no ha recuperado su credibilidad.
 
José María Aznar, castigado en las urnas

José María Aznar, miembro del llamado trío de las  Azores (reunión celebrada en marzo 16 del 2003 en donde se reafirmó el ataque a Iraq), que parecía el menos afectado por las consecuencias de la invasión, fue finalmente el primero en pagar un alto precio político por esa  intervención.

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Contra todo pronóstico, los electores votaron en las elecciones generales  del domingo pasado contra el Partido Popular (PP, derecha en el poder central) y  dieron la victoria al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de José Luis Rodríguez Zapatero, al que los  sondeos daban unánimemente por perdedor.

La derrota fue consecuencia de los atentados perpetrados en Madrid el 11 de marzo pasado, en los que murieron 202 personas. El socialista José Luis Rodríguez Zapatero, vencedor de las  elecciones  en España, prometió  que retirará a las tropas españolas en Iraq. “Quiero ser el presidente que sacará a España del trío de las Azores y la  integrará en el quinteto de la alianza contra el hambre”, junto con los  presidentes Jacques Chirac de Francia;  Luiz Inacio Lula de Brasil  y Ricardo Lagos de Chile, acompañados de  Koffi Annan”, dijo.
 
Saddam Hussein, en espera de un juicio

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El 12 de diciembre del 2003, los diarios del mundo anunciaban la captura del ex presidente iraquí Saddam Hussein por parte del ejército de la coalición anglo-norteamericana, cerca de su ciudad natal Tikrit, en una pequeña franja, en el fondo de un hoyo oscuro en el que solo cabía él. Las imágenes que dieron la vuelta al mundo mostraban a un grupo de médicos que verificaban el estado de salud del prisionero, desde un lugar, hasta el día de hoy, desconocido. A raíz de su captura, el debate sobre su juicio empezó.

Estados Unidos defendía el derecho al proceso del ex gobernante, mientras que las Naciones Unidas se inclinaban por un Tribunal Internacional. Ayer, el presidente de turno del Consejo de Gobierno de Iraq (CG), Mohamed Bahr el Ulum, dijo que el Consejo rechaza toda injerencia extranjera en el juicio al que será sometido el ex mandatario iraquí, Saddam Hussein. Esta postura del CG coincide con la visita a Bagdad de una delegación de cuatro jueces estadounidenses que prestarán asesoría jurídica a sus colegas iraquíes. Hussein enfrentará cargos por perseguir a los chiitas y a los  kurdos, también por crímenes de guerra.