Monseñor Vicente Rodrigo Cisneros Durán celebró ayer cuatro años como Arzobispo de la Arquidiócesis de la ciudad de Cuenca.

“Nadie es juez en causa propia”, acotó Cisneros, para quien la evaluación sobre su gestión, debe hacerlo la ciudadanía cuencana.

El prelado llegó de Ambato, capital de Tungurahua, donde fue Obispo por más de treinta años. El papa Juan Pablo II, solicitó en el año 2000 su trasladó a esta ciudad.

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Sentado en el despacho arzobispal, Mons. Cisneros manifestó que su labor se ha desarrollado conforme al plan global de pastoral en el que se establecen prioridades como: evangelización, cumplimiento de la enseñanza de la Biblia, compromiso social con la gente, y en Cuenca aspecto local como trabajos sobre migración y alcoholismo, con las familias afectadas por estas causas.

En lo material, en este periodo se realizó la restauración de la casa donde nació el Santo Hermano Miguel y funciona la Arquidiócesis; está en restauración el edificio del Seminario Mayor, en Monay.

Cisneros es el decimoséptimo obispo y cuarto arzobispo; luego que monseñor Luis Alberto Luna Tobar, cumplidos 75 años, según lo establece la ley de la Iglesia, presentó su renuncia al Papa.

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Cisneros, de 70 años, es presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.