Luis Alberto Tenesaca lucía destrozado. Con pasos lentos, acompañado de un voluntario de la Cruz Roja, caminaba ayer por el recinto ferial Juan Carlos I (Ifema), adonde acudió para retirar los que fueron objetos personales de su hijo José Luis, una de las víctimas del atentado del 11 de marzo en Madrid.

Las cámaras de televisión se posaron en él. Los periodistas españoles y de otros canales internacionales captaron la imagen de un padre desolado, que con desesperación apretaba una bolsa negra contra su pecho, la bolsa que acababa de entregarle la Policía. “Solo me queda esto, unos cuadernos, un zapato, el reloj y las gafas”, musitó.

“Él era todo para mí, y estos desgraciados me lo quitaron”, dijo con voz entrecortada, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas dejando ver a todos los españoles el dolor de un padre que perdió a su único hijo y el rostro de un hombre abrumado por la pena.

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“Yo vine a España solo por él. Mi hijo tenía 17 años y quería ser actor”, comentó a los periodistas, para luego, con manos temblorosas, sacar de un bolsillo la billetera donde guardaba una foto carné de José Luis, que es una de las fotografías que se hizo cuando tenía 13 años y que utilizó para matricularse en un colegio de Ecuador.

Las cámaras no perdieron de vista al ecuatoriano y acompañaron su transitar hasta la puerta de salida del recinto ferial.

Con la cabeza agachada y la bolsa impregnada al pecho, Luis Alberto Tenesaca se alejó del lugar. Según afirmó, su permanencia en la ciudad de Madrid probablemente no tiene ningún sentido para él.