Los menores que pasan prendidos frente a la TV y comen muchas grasas están propensos al sobrepeso. La primera investigación hecha en Ecuador sobre este tema revela que el 14% de los niños de 8 años que viven en las ciudades tiene este problema de salud.

Catorce de cada cien niños de 8 años que viven en las principales ciudades del Ecuador tienen sobrepeso y obesidad. Eso es lo que se detectó en la primera investigación nacional acerca de este problema, que era desconocido, pues hasta ahora la única preocupación era la desnutrición infantil crónica.

El estudio fue realizado entre los años 2002 y 2003 por un grupo de expertos dirigido por  Rodrigo Yépez, director de la Maestría de Alimentación y Nutrición de la Universidad Central del Ecuador. La investigación abarcó una muestra de 1.800 niños y niñas de 8 años, que viven en las principales ciudades del país.

El porcentaje de niños con obesidad y sobrepeso es muy alto, se aproxima a los niveles de desnutrición crónica (15,6%) en el país y “nos abre los ojos frente a un problema que hasta ahora no ha sido apreciado en su real magnitud, pues estamos acostumbrados a pensar que –por los altos niveles de pobreza– está atacado por desnutrición únicamente”, dice Yépez.

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Los investigadores tomaron una submuestra de 400 niños y niñas y encontraron dos causas básicas del problema: un estilo de vida sedentario y una alimentación sobrecargada de grasas.

El 25% de esos niños ve televisión durante más de 28 horas por semana. Estudios internacionales indican que un menor que pase todo ese tiempo frente al televisor es cuatro veces más propenso a la obesidad que un niño que tenga una mayor actividad física.

En cuanto a la alimentación, el 41% de niños excede las recomendaciones de la Academia de Pediatría de Estados Unidos que, para la alimentación, sugiere que las grasas representen menos del 30% de la dieta. Los análisis mostraron que el consumo de grasas constituye el 29% del consumo energético total. En 89% de casos, la fuente de grasa tuvo relación directa con ácidos grasos saturados de origen animal y de palma.

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El consumo de grasas es similar en los menores de diferentes condiciones socioeconómicas, geográficas y de sexo.

¿Cómo combatir la obesidad infantil? Eso es responsabilidad de los padres o de la persona que tenga a cargo su cuidado. Ellos deben estimular a los niños a realizar ejercicio físico.

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Deben conocer el procedimiento de los profesores de educación física en las escuelas. Algunos maestros tienden a marginar a los pequeños con sobrepeso y se concentran en el trabajo con los niños más hábiles.

Cambiar los hábitos alimenticios: buscar una dieta equilibrada y balanceada, procurando sacar del menú azúcares simples, como bebidas gaseosas y jugos envasados, y preferir jugos de fruta o limonadas, endulzados con panela y en cantidades mínimas.

Lo importante del estudio es que muestra un problema hasta ahora no cuantificado  y que necesita de una  política nacional de los ministerios de Educación y Salud Pública.