Recorrí por muy poco tiempo el camino de la milicia, habiendo obtenido experiencia positivas y negativas. Me impresionó la sutileza que se aplica para educar a los jóvenes cadetes, para encasillarlos a través de la disciplina y la lealtad. Luego se va aprendiendo por imitación una cantidad de “valores” a los que hay que adaptarse y convivir; por ejemplo: “El Jefe siempre tiene la razón”, o “ver, oír y callar”. En Ecuador se viene replicando la “cultura” de cuarteles, debido a la proliferación de militares y policías en cargos públicos, y cuando alguien piensa, inmediatamente es considerado subversivo o desleal a la institución, por lo que hay que arrestar y dar de baja, O se consideran las denuncias de corrupción como una subversión y deslealtad. Los ecuatorianos tenemos la obligación de reeducar sin doblegarnos ante bravatas.

Luis Ernesto Torres Rodríguez
Quito