Esta afición se la puede practicar en cualquier calle de la ciudad. El reloj marca las 16h00 y el saludo entre amigos se repite como ayer y quizás como mañana en las calles Guerrero Valenzuela y Letamendi. Acuden los amantes de  ecuavolei, deporte tradicional de nuestro país. Allí se reúnen todas las tardes para jugar en las dos canchas que se han habilitado en el sector.

Basta un rectángulo de terreno plano, una red, un balón número 5 y seis jugadores. No hay diferencia de condición social ni económica. Se mezcla el vendedor ambulante con  el mecánico de motos, comerciante, ingeniero, doctor, profesor, electricista, sastre, ebanista, mecánico de carro, taxista y hasta con estudiantes secundarios.

No tienen un  reglamento oficial, pero respetan su código. Entre ellos existe el respeto mutuo. En una cartulina pegada en una pared se recuerda que quienes juegan no pueden decir malas palabras, peor hacer escándalos. El que infringe es sancionado.

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Para Luis Pérez, quien observa los encuentros, jugar ecuavolei es una forma de mantenerse en buen estado de salud.  Así lo comprenden sus amigos como Víctor Loza, Luis Maya, Pedro Avilés, Francisco Lara, entre otros.

En este populoso sector de las calles Guerrero Valenzuela se juegan solo 8 puntos y no 15. Esto es para que se puedan integrar otros equipos que asisten al tradicional sector.

Aquí las apuestas no pasan de 5 dólares por cada equipo. Del valor pactado se hace un descuento por el alquiler de la red y el balón. Y esos recursos se utilizan para arreglar las calles, comprar implementos y para un acto en Navidad.