En estas horas tenebrosas que vive el Ecuador es cuando la figura de Carlos Julio Arosemena se levanta con más altura y dignidad que nunca.

Hombre polémico y contradictorio, pero sin dobleces ni demagogias. Hombre irreverente y ecléctico, pero franco y frontal. Informal y humilde, pero grande en su intelecto.

Se levanta más erguido que cuando vivo, rebasando inmensamente la estatura de quienes nos pretenden conducir. Esos llamados líderes deberían, al menos, intentar aprender de su lealtad a sí mismo y a sus principios, de su defensa a la soberanía e integridad de la patria.

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Con él, no estuviéramos de rodillas ante el imperio del capital, ni como esclavos de agiotistas que siguen manejando a su antojo a quienes dicen servirnos desde las tinieblas del poder.

Sus debilidades de hombre y equivocaciones personales no nos afectaron, pero su grave error político lo remedió a tiempo cuando poniendo distancia con el gobierno del que fue parte, sentenció con franqueza  que ese gobernante estaba al servicio de los enloquecidos por el dinero, y que su política de Estado era la del servicio a los corruptos; sentencia que ahora es más vigente y real.

Fabián Riofrío Corral
Quito

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Ha muerto el eximio patricio guayaquileño, el Dr. Carlos Julio Arosemena Monroy.

Siguiendo la costumbre que estila en estos casos, el Gobierno ha decretado tres días de duelo nacional, en reconocimiento a quien fue tan conspicuo hombre público quien con su sapiencia jurídica y virtudes cívicas sobresalió, y superó los defectos que se le atribuyeron.

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Él supo transmitir la esencia del guayaquileñismo puro, cuya doctrina enarboló con franqueza, valentía, pundonor y méritos propios.

El decreto que dispuso ese duelo nacional no tiene otros efectos que hacer notorio el deceso; lamentarlo; reconocer los cargos públicos que ocupó en vida el personaje; ponerlo como ejemplo de las futuras generaciones; expresar las condolencias a los deudos mediante una publicación de prensa, enviarles una copia de ese acuerdo y promulgarlo en el Registro Oficial; arrear la bandera nacional...

¡Qué diferente cuando falleció el presidente Kennedy, quien no era de los nuestros.
También se decretó duelo nacional pero, además, se tomó su nombre para reemplazar y denominar ciudadelas, calles, plazas públicas, colegios..., en todo el país!

Lo mismo debe hacerse ahora, en memoria del egregio Dr. Arosemena.

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Ab. Walter Drouet Murillo
Guayaquil

Hay duelo nacional. Ha fallecido la franqueza y la sinceridad encarnadas en un ser humano, pero vivirá en el corazón de los justos.

Que su legado dé paso a la conciencia. Que se borre la hipocresía. Que nuestro querido país tenga mejores días.

Eduardo Santoro
Esmeraldas

El Dr. Carlos Julio Arosemena Monroy fue la más preclara inteligencia que  el Ecuador dio en el siglo 20.

Augusto Jouvín C.
Guayaquil

En honor a la verdad, el ilustre fallecido merece nuestro respeto y grata recordación.

Fue un político íntegro, honesto y patriota. Siempre fustigó a los enloquecidos por las riquezas mal obtenidas. Siguió los buenos ejemplos de su padre (el ex presidente Carlos Julio Arosemena Tola) como su mejor herencia.

Nuestra patria ha perdido a un gran político que luchó por transformar este país, sin embargo, no se siguen los ideales de justicia que él proclamó...; la tendencia del electorado se ha inclinado al fanatismo, y esto es lo que prevalece hoy.

Camilo Arellano Almeida
Guayaquil