Por años, las personas han visto por las calles del centro o barrios de Guayaquil los tradicionales lecheros de chiva, pero la mayoría desconoce de dónde salen, de dónde sacan o cuidan estos animales.

Para Carlos Eduardo Tumbaco, un hombre de 25 años, ser lechero de chiva es el oficio que desde hace 7 años permite mantener a su esposa e hijos de 2 y 4 años de edad.

Él vive en la Isla Trinitaria. Antes “era vendedor de fundas para basura, que ofrecía en el centro de la ciudad, pero el negocio no era bueno”.

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Entonces, Tumbaco conocía de un lugar, junto al Mercado de víveres de la Isla Trinitaria, donde se dedican a la cría y alquiler de chivas y decidió probar con esta labor.

“Nosotros alquilamos las chivas. Pagamos 3 dólares diarios. Salimos a recorrer las calles, aunque ya tenemos lugares fijos”, cuenta.

Él va de lunes a sábado por el Mercado de Pedro Pablo Gómez y la bahía; y como “trabajo de lunes a domingo”, en la jornada dominical él prefiere ir a otros barrios.

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Reconoce que es un trabajo cansado, porque tiene que recorrer a pie las calles, durante tres o cuatro horas. Tumbaco se siente satisfecho con su trabajo porque le queda tiempo en la tarde para efectuar otras actividades.

El traslado
El pasado domingo, por ejemplo, llevaba al hombro su camiseta de Barcelona, porque “después de que entregue la chiva me voy al estadio”.

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Tumbaco no es el único que vende leche de chiva. Hay “otras doce personas que alquilan chivas en la Isla Trinitaria”, incluso asegura que en Bastión Popular hay otro sitio donde también se dedican a este negocio.

Y para facilitar el traslado y reducir los gastos de transportación, se dividen por grupos. El domingo, Tumbaco se repartió la zona de Martha de Roldós con otros dos vecinos de la Isla Trinitaria, los primos Néstor Gallardo y José Altamirano, cuyas edades aún no superan los 21 años. ]

Para estos es una fuente de ingreso “buena”, califica Gallardo. Asegura que en un día de trabajo puede ganar entre 10 y 12 dólares, y que ahora que es invierno “la venta es mejor”. Ellos venden vasos grandes a un dólar y vasos pequeños a 0,50 centavos.]

No obstante “cada vez somos menos”, considera Tumbaco, “porque los metropolitanos no nos dejan andar como antes en el centro de la ciudad y nos llevan presos”.

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Para sacar las chivas tienen que pagar multa, pero también hay ocasiones en que “ya no nos las devuelven”, asevera.

El día de trabajo de un lechero de chiva comienza a las 07h00. Cuando van a recoger las chivas al corral.

De allí, se agrupan para fletar una camioneta, que generalmente les cobra de 3 a 5 dólares, para dirigirse al sector del ex mercado de Pedro Pablo Gómez, en el centro de Guayaquil. Allí se reparten hacia diversos puntos del centro, pero con la precaución de no ser atrapados por los policías metropolitanos.

A las 11h30 es la hora de congregación en el mismo punto donde los dejó la camioneta para alquilar otro carro y devolver las chivas. Los domingo, en cambio, el flete es directo a los barrios que han acordado recorrer previamente.

Poderes curativos
Toda la noche del sábado pasado llovió y un hombre, que no quiso identificarse, sentía el malestar de la tos. Parado en una esquina con unos vecinos, vieron pasar a Tumbaco e inmediatamente uno de ellos le sugirió tomar leche de chiva.

“Es recomendada por médicos”, así promocionan su producto los vendedores de leche de chiva. “Es para curar la tos, la gripe, incluso el asma y otras enfermedades respiratorias”, asevera Tumbaco.