Hoy, por 93 años consecutivos, se celebra el Día Internacional de la Mujer. Es una fecha en la que ellas, una vez más, reclaman igualdad de condiciones, frente al sexo opuesto. Sus argumentos son las nuevas leyes, que les conceden derechos.

Aquí,  cuatro historias de mujeres de diferentes edades que cuentan sus experiencias, modos de vida y la visión que tienen de la sociedad. Aquí está desde la adolescente hasta la anciana.

A los 74, feliz y orgullosa
Blanca Gordillo, una profesora soltera y jubilada de 74 años, que reside en los Sauces, dice que Dios le ha dado a la mujer la misión de convertirse en madre para que la especie perdure. Y aunque para ella eso es algo “maravilloso” no fue precisamente la misión que cumplió porque cree que Dios le dio otro designio y consideró que su objetivo primordial fue su trabajo como profesora. Fue directora de una escuela y supervisora provincial de Educación del Guayas, funciones en las que tuvo varios reconocimientos.

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Pero se muestra tan feliz y orgullosa de ser mujer que asegura que si hubiera tenido la oportunidad de ser madre, le hubiera puesto su apellido a su hijo, en caso de que el padre no lo hubiera reconocido.

Asegura que solamente una vez se sintió relegada por ser mujer: “Cuando fui presidenta del Comité Barrial de Sauces IX un grupo de hombres pensaba que no podía manejar la organización. Yo luché con mano fuerte y les demostré que podía”. Blanca aconseja a las mujeres  defender sus derechos para ser respetada como persona. Yo nunca permitiré que nadie me pisotee por ser mujer.

Nelly, en la transición y cambios
Durante un mes, cuando realizaba el preuniversitario de Economía en la Universidad Laica, Nelly Concha (29 años), tuvo la compañía de su tía al ingreso y la salida de las clases, “porque así le había pedido mi mamá”, recuerda. Y lo mismo tuvo que hacer Nelly con su hermana (un año menor) cuando ella vino a Guayaquil, esa es la costumbre que le inculcaron sus padres: cuidado y preocupación hasta que supieran valerse por sí mismas. Pero ahora, Nelly, una mujer nacida en Babahoyo, se sorprende de cómo son las chicas actualmente. “Creo que los padres dan más libertades y las jóvenes son más sueltas, más libres”.

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En estos tiempos, ella trata de preservar parte del tradicionalismo de su hogar, pero los convencionalismos cambian. Es madre de un niño de 2 años, está casada y a la vez trabaja. Por su labor tiene que dejar al cuidado de sus suegros o madre a su hijo, pero ella distribuye bien su tiempo para compartir con su familia.

Una mujer combativa y tenaz
Isabel La Mota de Franco tiene 52 años, está casada y con tres hijos. Actualmente se desempeña como superintendenta de personal en Emelgur de Guayaquil (Empresa Eléctrica Guayas-Los Ríos), donde ingresó cuando tenía 26 años y cursaba el tercer año de ingeniería comercial, en la Universidad de Guayaquil. Se considera como una luchadora incansable de los derechos de los trabajadores de Emelgur. Afán que la llevó a ocupar el cargo de presidenta de la Asociación de Empleados de Emelgur Guayaquil, y miembro del directorio de la Federación de Trabajadores de la Industria Eléctrica del Ecuador (Fedelec).

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Ella cree que debe haber igualdad para todas las personas, por ello siempre ha defendido los intereses de sus compañeros. Isabel dice que ahora las mujeres tienen más oportunidades para desarrollarse en el campo profesional porque hay muchas carreras cortas, técnicas, que les pueden permitir ubicarse en un empleo. Es una época más liberal que la que me tocó vivir a mí cuando era una jovencita.

Un camino por recorrer
Aunque tiene solamente 15 años, Cindy Murillo asegura haber sentido las desventajas de ser mujer. Pero no por eso está descontenta. Su padre es cerrajero y a ella le gusta esa profesión, tanto como la mecánica. Desde pequeña aprendió a soldar con autógena y a cortar hierros para armar puertas. Pero lo que ella le gusta no es del agrado de su padre, que prefiere que Cindy ayude a su madre en los quehaceres de su hogar, ubicado en General Gómez y Gallegos Lara.

Respetuosa de la decisión de su papá, la menor optó por dedicarse a sus estudios de Informática en el Instituto Técnico Superior Guayaquil. Sin embargo, nadie cambia su preferencia y concepción frente a la vida: “Siempre me gustará la mecánica y la cerrajería. Lamentablemente el hombre es machista con las mujeres. No le permite estar en su medio social e involucrarse en su trabajo”. Pero Cindy cree también “en la fuerza que ese ser tiene para luchar contra ese machismo y lograr estar en el sitial que le corresponde sin dejar de ser mujer”.