Vidas truncadas es el cortometraje producido por un grupo de chicos del Programa del Muchacho Trabajador y de la Universidad Santa María, quienes se han unido para mostrar  los efectos del  consumo de drogas.

La pantalla se enciende y aparece la imagen de un joven de 20 años, de clase media baja –de camiseta blanca y blue jean–, acercándose a un hombre cuya apariencia luce sospechosa –apoyado sobre un poste de luz, mirando hacia todos lados– en un barrio popular de Guayaquil. Es el pushere quien facilita la droga por el sector.

Unos segundos después, el mismo joven llega a su casa, revisa sus cosas y elige de su armario un par de zapatos deportivos para venderlos.

De inmediato sale hacia una despensa y al llegar...

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–¡Hermano... aquí te traigo unos zapatos! –dice el joven–.
–Un dólar te doy –responde el vendedor del local–.
-¡No seas así!, dame tres porque estoy necesitado.
–¡Bueno, está bien!, solo por ayudarte, pero la próxima vez trae algo bueno, loco.

Estas escenas forman parte del cortometraje Vidas truncadas, escrito por Carlos Bozada, estudiante del colegio Luis Felipe Borja y miembro del club de prensa del PMT (Programa del Muchacho Trabajador). El corto recrea las consecuencias que ocasionan las drogas en la vida de los jóvenes e intenta ser un espacio de debate juvenil. En esta película corta se pretende reflejar el estado de ánimo de los adictos a las drogas y lo que son capaces de hacer para conseguirlas –como vender sus pertenencias con tal de obtener dinero para comprarla–.

Pero ...¿cuál es la novedad de tratar este viejo problema? Aunque no es un tema nuevo  afecta a las nuevas generaciones. “Son cinco minutos en los que se trata de que los jóvenes tomen conciencia de los efectos que producen estas sustancias, ya que empiezan por el licor, el cigarrillo y luego se van a la cocaína. Yo he visto a muchos chicos drogarse y es muy dañino”, comenta Carlos Bozada.

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El consumo de drogas (sustancias que al ingerirlas generan en el individuo un cambio de conducta, sean estas lícitas o ilícitas) es el tema central de la producción porque afecta a jóvenes sin importar el nivel de educación ni la clase social, según datos registrados por el Consep (Consejo Nacional de Control de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas). La grabación de este corto se realizó durante cuatro días, en las primeras semanas de diciembre del 2003.

Participaron alrededor de doce chicos, algunos integrantes de los talleres de prensa y audiovisuales del PMT –que impulsa a estudiantes secundarios de escasos recursos mediante cursos de capacitación y liderazgo–, con la ayuda de un grupo de alumnos de la carrera de Gestión en Diseño y Comunicación Audiovisual de la universidad Santa María. Así se consiguió que jóvenes  colegiales y universitarios  trabajaran juntos en la misma propuesta.

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Los  estudiantes de la Santa María   se encargararon de las fases de producción y edición. Freddy Endara, de 20 años y alumno de ese centro educativo, expresa que ha sido una experiencia interesante realizar este proyecto, en el que nos encargamos del área de producción, edición y musicalización. “Nos vinculamos a raíz de un festival de cortos, pero producir este corto es diferente, ya que enseñamos y a la vez aprendimos que con pocos recursos se pueden hacer buenas propuestas”.

Germán Cruz, de 23 años, protagonista y miembro del PMT cuenta que le agradó mucho participar en el corto. “Me puse nervioso porque era la primera vez que iba a actuar, pero luego de leer el libreto me interesó la idea de las drogas. Todos sabemos el daño que hacen y los jóvenes debemos unirnos para frenarlas y evitar consumirlas”. La ambientación y las locaciones fueron escogidas por los chicos –como el dormitorio, la despensa y calles de Guayaquil–.

“Una parte se filmó en mi casa y la otra en la calle, ya que así todos colaboramos con algo para que el corto salga adelante” dice Germán.  Los equipos son del PMT. “No hubo un presupuesto establecido, ni auspiciantes, todo fue financiado con los recursos que posee la institución”, opina Julio César Quiñónez, director de ese programa. En la mitad de la trama se ve al muchacho caminando hacia el baño de su habitación donde se muestran los síntomas de malestar que produce la droga.

“Lo que tratamos de mostrar son las consecuencias, lo que importa es que la gente interprete por sí sola el mensaje”, comenta Marcia Fabara de la universidad Santa María, quien se involucró en la parte de musicalización y edición. “Planeamos organizar más adelante un festival de cortos, para exhibir los trabajos que se están haciendo. Además, queremos difundirlos a nivel de los colegios para que sean usados como elemento de debate”, piensa Sonia Yánez, relacionista pública del PMT. Una propuesta que demuestra que  jóvenes de diferentes sectores  pueden unirse para sacar adelante sus proyectos, con los que buscan aportar sus ideas a la sociedad. 
 

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