¿Vieron la elección de la Miss Ecuador? Qué pena, porque se hubieran emocionado hasta las lágrimas. A mí, francamente, la ceremonia me topó las fibras más íntimas al comprobar que tenemos una nueva soberana que nos gobernará durante los próximos tres años. ¡Ay, no, qué bruto! Ya me confundí. El que nos gobernará durante los próximos tres años nues la Reina sino el Rey. La Reina nos gobernará durante el próximo año nomás. ¡Qué pena! No, no digo qué pena que ella nos gobierne un año, sino qué pena que el otrito nos gobierne tres.

Híjoles, pero están haciendo que me desvíe de lo que quería contarles, que fue la ceremonia en el Centro de Arte. ¡Qué ceremonia! Cómo sería que cuando hizo su aparición una mujer íntegramente vestida de chantillí azul con bordes de chifón adornados con pedrería en medio del satín, yo grité ¡esa ha de ser la reina! Pero, ¡oh desencanto!, después el anunciador dijo que era la Isabelita Noboa, ex Miss Competitividad. De gana me emocioné. Por eso cuando apareció el Aguayo vestido de príncipe, más bien no dije nada. Solo al último volví a abrir la boca cuando apareció la Baki y exhalé un ¡ay! Es que con esos atributos no está de que sea ministresa de Comercio Exterior sino más bien del Interior, que ha de ser mejor todavía.

Bueno, toda la ceremonia estuvo cargada de tensión. Y de perfumes, que se olían a lo largo y ancho de la pantalla. Y las candidatas, ¡qué desenvueltas desde el principio! Solo a ratos se fueron envolviendo por el frío, para después desenvolverse otra vez en traje de baño. Y así, hasta que llegó la culminación de la jornada. ¡Qué nervios! Por fin cuando el anunciador anunció que la reina era María Susana Rivadeneira, casi me da infarto. No lloró ella. No lloró la reina anterior. Solo lloré yo, que nunca lloro en las elecciones. Yo solo lloro después, en los escrutinios.

Cuando María Susana fue coronada, pensé, chuta, como ella ya es Reina verán nomás que lo primero que hace es nombrar a su hermano portaestandarte de la corona, a su cuñado jefe de la banda (no pues de esa, sino de la que dice Miss Ecuador) y a su primo representante en el torneo de Miss Mundo. Pero no. Ese ha sido un defecto propio de los soberanos, no de las soberanas. ¡Qué alivio! Lo que más me gustó fue comprobar que ella sí está preparada para gobernar, porque es dueña de una amplia cultura. Todo sabe: historia, geografía, economía, idiomas y hasta gastronomía. No como el Rey, que lo único que sabe es decir que le malinterpretan. ¡Qué maravilla la Reina! ¡Qué orgullo que nos da! Y, además, luce sus 90-60-90 que son de ella solita, propios, y no como el Rey, que luce a los socialcristianos y al PRE, unos postizos horribles que no son ni de él y que, encima, ya mismo se le caen.