Los restos mortales del filólogo español Fernando Lázaro Carreter, fallecido el pasado jueves en la capital española, fueron incinerados ayer con la presencia de sus compañeros de la Real Academia de la Lengua, de la universidad y de familiares y amigos.

Más de doscientas personas asistieron a la misa “corpore insepulto” celebrada en memoria del académico, antes de la incineración, en el templo del cementerio de La Paz, en la localidad madrileña de Alcobendas, donde estuvo instalada la capilla ardiente.

El director de la Academia, Víctor García de la Concha, leyó la epístola y un salmo. Al término del acto, García de la Concha se refirió al “duro golpe” que ha supuesto la desaparición de un académico como Lázaro, que “se dejó la piel por la Academia” y con el que él trató personalmente “día a día durante trece años”.

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El director de la RAE anunció que el próximo 17 de marzo se celebrará, en la iglesia de los Jerónimos, de Madrid, el funeral por Lázaro Carreter, su antecesor en el cargo, que llevó las riendas de la institución entre 1991 y 1998.

En los próximos días, la familia trasladará las cenizas a la localidad Magallón, en Zaragoza, muy vinculada a los padres de Lázaro Carreter y donde él había expresado su deseo de ser enterrado.

Cuando el filólogo murió tenía 80 años. Hacía tres semanas que había sido hospitalizado con problemas pulmonares.