Más niñas soldados de lo que anteriormente se pensaba han integrado fuerzas de combate, participando en conflictos de 38 países desde 1990, de acuerdo con un nuevo estudio.
 
Niñas menores de 18 años se han desempeñado en ejércitos gubernamentales y también en fuerzas rebeldes y paramilitares, dijo la investigación financiada por el gobierno canadiense y difundida el miércoles.
 
El Fondo de las Naciones Unidas para la Niñez estima que en todo el mundo hay unos 300.000 niños soldados.
 
Basándonos en nuestro trabajo, y siguiendo una estimación conservadora, un tercio son niñas, y en algunos casos el 50%, sostuvo Dyan Mazurana, coautora del estudio.
 
Mazurana, investigadora de la Universidad de Tufts y Susan McKay, coautora del estudio y enfermera y profesora de la Universidad de Wyoming en Laramie,  recogieron información sobre niñas que cumplían tareas en grupos armados de todo el mundo y luego examinaron su participación en conflictos armados en Sierra Leona, Mozambique y Uganda.
 
Desde Sudán a Burma, desde Uganda a Sri Lanka, las niñas son miembros de las fuerzas armadas y participan en conflictos armados, expresó Jean-Louis Roy, presidente de Derechos y Democracia, la organización de derechos humanos creada por el Parlamento de Canadá que publicó la investigación.
 
Su presencia es un componente central de la mayoría de los conflictos armados actuales, indicó.
 
De acuerdo con el estudio, las niñas integran las fuerzas de combate debido a una serie de razones: son reclutadas o secuestradas, o lo hacen para obtener dinero o para escapar de la violencia de la comunidad en la que viven, o de los abusos domésticos.
 
En Uganda y Sierra Leona, por ejemplo, el promedio de edad de las niñas soldados al ingresar a las fuerzas armadas es de 13 años.
 
Si bien tradicionalmente se ha considerado que las niñas se desempeñan como   esclavas sexuales, los autores dijeron que también cumplen con muchas otras funciones, desde soldados de combate hasta trabajadoras forzadas, espías, informantes, mensajeras, cocineras, ladronas o atacantes suicidas, entre otras.
 
Cuando los conflictos armados terminan, las niñas casi nunca son incluidas en programas para desarmar, desmovilizar y reintegrar a la sociedad a los ex combatientes, según el estudio. En cambio, las niñas con frecuencia regresan a sus comunidades _con niños que dieron a luz tras ser violadas_ y enfrentan una gran dificultad para ser aceptadas.