Varios atentados coordinados contra mezquitas chiítas en esta ciudad y de Bagdad causaron este martes por lo menos 143 muertos y decenas de heridos, dijeron testigos y fuentes policiales, precisamente cuando miles de peregrinos acudieron a los santuarios en el último día de la más importante festividad de esa secta. 
 
Los atentados fueron dirigidos contra mezquitas en la ciudad meridional de Karbala y la de Kazimiya, en Bagdad. Los testigos dijeron que fueron perpetrados por atacantes suicidas o mediante explosivos dejados en esos lugares, aunque hubo informaciones de morteros disparados. 
 
Tres atacantes suicidas detonaron sus cargas explosivas dentro y en torno a la mezquita de Kazimiya, matando a 58 personas e hiriendo a unas 200, dijo a los periodistas el brigadier general estadounidenses Mark Kimmitt. 
 
Un cuarto atacante suicida, cuya carga explosiva no detonó, fue capturado en Kazimiya, y cuatro personas fueron detenidas en relación con el ataque en Karbala, dijo Kimmitt a los periodistas en Bagdad. 
 
Según Kimmitt, el   principal sospechoso en estos ataques es Abu Musab al-Zarqawi, empeñado en obstaculizar los planes estadounidenses para entregar el poder a las autoridades iraquíes el 30 de junio. 
 
Los atentados indignaron a los chiítas y muchos de ellos dirigieron su ira contra las fuerzas estadounidenses emplazadas en la capital. 
 
Los iraquíes atacaron a los equipos médicos estadounidenses que acudieron a ayudar a las víctimas. Los soldados tuvieron que retirarse y refugiarse en su cuartel ante la furia de la turba, que los apedreó y les lanzó basura y desperdicios. Finalmente, los soldados tuvieron que lanzar bombas de humo y disparar con escopetas al aire para dispersar a los manifestantes. 
 
Dos soldados sufrieron fracturas óseas a causa de las pedradas que alcanzaron su vehículo todo terreno frente a la mezquita de Kazimiya. 
 
Los mandos estadounidenses temían desde hace tiempo la posibilidad de que los guerrilleros realizaran ataques durante las festividades del Ashura, por lo que las fuerzas de la coalición y las iraquíes reforzaron sus medidas de seguridad en torno a Karbala y otros santuarios chiítas del sur del país. 
 
El mes pasado, las autoridades difundieron una carta del guerrillero jordano Abu Mousab al-Zarqawi que describía la estrategia de lanzar ataques espectaculares contra santuarios chiítas. 
 
Los muertos y heridos fueron cargados en carros de mano, utilizados normalmente para transportar a los peregrinos de avanzada edad a los santuarios. Los cadáveres destrozados por la fuerza de las explosiones quedaron esparcidos en las calles. 
 
Al mismo tiempo, tres explosiones sacudieron el interior y exterior de la mezquita capitalina de Kazimiya. Los feligreses huyeron presas del pánico y las ambulancias comenzaron a llegar poco después. Kazimiya, en la zona norte de Bagdad, contiene las tumbas de dos santos chiítas, el imán Musa Kazem y su nieto, el imán Muhammad al-Yawad. 
 
Los indignados sobrevivientes se congregaron a la entrada de los hospitales y algunos de ellos culparon a los estadounidenses de fomentar las tensiones religiosas con la guerra. Otros culparon a la banda terrorista Al Qaeda o a los extremistas de la secta suni. 
 
El festival de la Ashura, que recuerda la muerte del imán Hussein, nieto de Mahoma, atrae centenares de miles de peregrinos todos los años de Iraq, Irán, Pakistán y otros lugares. 
 
Igualmente el martes, los insurgentes lanzaron una granada contra un vehículo militar estadounidense cuando transitaba por una carretera de Bagdad, matando a un soldado e hiriendo a otro. Con esa muerte suman 548 las ocurridas entre las fuerzas estadounidenses desde el comienzo de la ocupación de Iraq en marzo. La mayor parte de esas muertes ocurrieron desde que el presidente estadounidense George W. Bush declaró el cese de las principales actividades bélicas el primero de marzo. 
 
Irán condenó las explosiones y dijo que se debieron a atentados   terroristas y   con saña. El ministro iraní de Relaciones Exteriores Hamid Reza Asefi dijo que Estados Unidos y sus aliados son   responsables de la seguridad de los peregrinos que visitan Karbala y Bagdad. 
 
En Beirut, un vocero de líder chiíta iraquí, el gran ayatolá Alí al-Husseini al-Sistani, culpó a los soldados estadounidenses de los ataques, e indicó que son responsables de la seguridad. El jeque Hamed Khafaf dijo que los mandos estadounidenses ignoraron los insistentes pedidos de que fueran reforzadas las medidas de seguridad en los centros de peregrinación.