Supongamos que no hay el apoyo ni la voluntad política para crear la Policía Municipal Autónoma. Que no existe interés para ir hacia una autonomía más profunda, lo cual sería a todas luces un paso gigante en pos de la solución del problema de seguridad; entonces, ¿qué otras alternativas existen para atacar las raíces del asunto?

Muchos estarán de acuerdo conmigo que Policía y política ni se mezclan bien, ni son buen complemento. Debiendo ser la Policía una institución sumamente técnica y altamente tecnificada, ¿por qué tener entonces las dos funciones bajo un mismo ministerio? Por costumbre, nada más.

Siendo la Policía una pieza fundamental en el rompecabezas de la seguridad nacional, custodio de la paz interna, debería estar bajo las órdenes del Ministerio de Defensa. Esto para mí se hace evidente en estos tiempos en que el traslape entre seguridad interna y externa es casi total, y la línea que las divide, tan difusa.

Así, el presupuesto para seguridad externa e interna estaría bajo el mando de la misma cartera de Estado y sería más fácil que la Policía se beneficie de sus millonarios ingresos, cercanos al billón de dólares anuales. Así mismo, todos los activos de las instituciones a cargo de la seguridad nacional, como helicópteros, camiones, armamento, entre otros, podrían estar más fácilmente a disposición de la Policía. Ya siendo parte de este grupo, como una cuarta fuerza, los fondos para financiar un mejor entrenamiento, armamento e infraestructura en comunicaciones pueden provenir de la creación de un fideicomiso que se alimente de la venta o concesión de las decenas de empresas de la DINE que nada tienen que ver con seguridad. ¿Qué mejor destino pueden tener estos recursos que proteger la vida y la propiedad de los ciudadanos? El último cambio en este sentido sería el nombramiento del Ministro de Defensa, pues el perfil de sus responsabilidades cambiaría, debiendo ser un civil, como en la mayoría de los países civilizados.

Otro punto a considerar en la problemática es que la institución responsable de la seguridad interna no puede ser la misma que la encargada del tránsito, ni de la migración u otros menesteres. La especialización es importante.

En este ambiente de inseguridad que vivimos, es crucial contar con unas Fuerzas Armadas fuertes que estén por encima del bien y del mal, no inmiscuidas en menesteres políticos ni empresariales, y con una fuerza policial muy bien entrenada y dotada. Estas instituciones no están llamadas a combatir la pobreza ni contribuir al desarrollo económico o social del país, sino sencillamente a protegernos.

Otro cambio, no excluyente de los anteriores, cuya idea proviene de una de las instituciones autónomas de la ciudad, es la creación de una Comisión Municipal de seguridad, con un Comisionado que coordine acciones y administre los recursos extrapresupuestarios provenientes de la empresa privada, de sobretasas u otras fuentes de financiamiento autónomas. Ojalá no se adopte alguna solución parche, que produzca una rápida mejora marginal del problema, postergando las decisiones estructurales.