Con tristeza observé, hace unos días que viajé a Montañita, cómo miles de peces yacían en las riberas del estero que cruza por el pueblo de Valdivia.

La gente que habita en esa comuna vive de la actividad pesquera y con justa razón reclama la falta de controles ambientales sobre ciertas fábricas a las que les importa un comino lo que pase con el medio ambiente, pues no toman las debidas precauciones para evitar fatalidades como esta.

Dichos desastres ocasionados por sinvergüenzas que no solo van en contra de la naturaleza, sino de esta pobre gente que se enferma y queda sin su sustento diario.
Ojalá no ocurra con ese estero, ríos, lagos o canales, la terrible destrucción que sufrió nuestro estero Salado de Guayaquil, o las fuertes contaminaciones que ocurren en ciertos ríos de la Sierra; que recién ahora las autoridades se dan cuenta de la gravedad del mal y quieren limpiarlos y crear conciencia en la gente sobre lo importante que son estas agua, al costo de un fuerte gasto económico social que hoy lamentamos por no haberlo prevenido.

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Hago un llamado a los empresarios involucrados en el tema para que reflexionen y tomen las medidas necesarias para resolver el problema.
Javier Barragán R.
Guayaquil