Para eso, el Gobierno podría construir en las áreas agrícolas, albarradas y reservorios para contar con agua en tiempos de sequía.

Olvidamos lo que nos enseña la naturaleza, por ejemplo, las garzas tienen un proceso de anidamiento, incubación y cría de sus polluelos, y lo hacen con precisión, calculándolo con la llegada de las lluvias.

Las garzas llegan a construir sus nidos a finales de noviembre, se toman un mes y ponen dos o tres huevos que eclosionan en 20 días. Crían los polluelos en 32 días hasta que están emplumados y listos para volar; en ese momento, las primeras garúas garantizan a las garzas, grillos y otros insectos para sus crías.

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Los nidos son tan frágiles y no soportan más de dos lluvias fuertes, por eso el proceso es exacto; a mediados de febrero las garzas se van a las sabanas tropicales donde la tierra arada les da alimento.

Este espectáculo lo observamos en la pequeña isla El Pantanal (km 23 vía a Daule), donde se ha garantizado a estas aves que no tendrán depredadores mientras niden, por eso las garzas regresan cada año a los mismos árboles viejos.

Igual sucede con los árboles nativos durante la floración y fructificación; las lluvias hacen su trabajo de desfoliar el fruto maduro para que germine en el suelo húmedo. El retraso de la floración también indica el retraso de las lluvias.
 Así que todo es previsible si somos observadores de la naturaleza y mantenemos forestado nuestro país.
Fisiólogo Federico Larrea S.
Guayaquil

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